Con un ambiente cargado de expectativa y simbolismo, la Iglesia católica se prepara para dar la bienvenida al 267.º pontífice de su historia, en un momento clave para su futuro y su influencia global.
Este miércoles 7 de mayo se abrirán las puertas de la Capilla Sixtina para dar inicio a uno de los eventos más solemnes y decisivos de la Iglesia católica: el cónclave papal.
Tras el fallecimiento del papa Francisco a los 88 años, los cardenales electores se reunirán a puerta cerrada para elegir a su sucesor, en un proceso que combina tradición, secreto y profundo simbolismo.
En total, 135 cardenales menores de 80 años están habilitados para votar, y entre ellos se destacan 23 latinoamericanos, con Brasil (7) y Argentina (4) como las delegaciones más numerosas.
De ese grupo regional, 20 fueron designados por el propio papa Francisco, reflejando su huella en la actual configuración del Colegio Cardenalicio y en el perfil del liderazgo eclesial que podría continuar su legado.
El cónclave que se avecina se perfila como uno de los más diversos de la historia, según analistas, y podría replicar la agilidad de los dos últimos procesos de elección, en 2005 y 2013, que se resolvieron en apenas dos días.
Más allá del rigor canónico, este evento también involucra figuras que trabajan detrás del telón de la historia.
Uno de ellos es Raniero Mancinelli, el veterano sastre vaticano que ha vestido a los últimos tres pontífices y ya tiene casi listo el hábito que llevará el próximo sucesor de San Pedro.
Con orgullo, Mancinelli revela que confecciona tres tallas distintas —grande, mediana y pequeña— para que el nuevo Papa pueda elegir la que mejor le ajuste al momento de su proclamación.
Cuando se emita la tradicional fumata blanca, que indica que se ha alcanzado el consenso, será el cardenal Dominique Mamberti, protodiácono de la Iglesia, quien anunciará desde el balcón de San Pedro las palabras esperadas por millones de fieles en todo el mundo: “Habemus Papam”.