Moscú condicionó cualquier acuerdo más amplio al fin del apoyo occidental a Kiev, mientras analistas advierten que la tregua podría beneficiar económicamente al Kremlin.
Hace poco menos de una semana, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, señaló, tras una larga negociación con el gobierno ucraniano, que Vladimir Putin tenía la última palabra en torno a la paz en esa región.
Desde Arabia Saudita, Rubio anunció que Ucrania estaba dispuesto a aceptar los términos del acuerdo de tregua propuesto, por un término de 30 días. “La pelota ahora está en el campo de Rusia”, dijo, acuñando una frase que se volvió titular de casi todos los tabloides del Mundo.
Ayer martes (18 de marzo de 2025) trascendió a la opinión pública internacional que los gobiernos de Estados Unidos y Rusia habían llegado a un acuerdo parcial de cese al fuego por 30 días.
Justamente, el pacto alcanzado tras una extensa jornada de negociación telefónica entre Donald Trump y Vladimir Putin, no es plenamente un cese al fuego, sino, un convenio centrado exclusivamente en proteger instalaciones eléctricas y energéticas críticas que han sido blanco constante de bombardeos.
Portavoces de la Casa Blanca aseguraron que esta iniciativa tiene como objetivo fundamental aliviar el sufrimiento de la población ucraniana durante el duro invierno.
A través de un comunicado oficial, el Kremlin, advirtió que, para negociar la ampliación de este primer acuerdo, tanto Ucrania como Estados Unidos deben ceder a puntos que para ellos son innegociables.
«Rusia considera indispensable el cese total del suministro de armas e inteligencia extranjera a Ucrania como requisito para avanzar hacia una paz duradera», se lee en el comunicado oficial ruso.
Aunque esto supone un avance luego de varios años de confrontación y muchas bajas en el campo de combate, algunas analistas advierten los riesgos par Ucrania, si se tienen en cuenta los términos del cese al fuego.
«Los recientes ataques ucranianos contra refinerías rusas han afectado significativamente los ingresos petroleros del Kremlin», explicó para medios internacionales Edward Fishman, exfuncionario del Departamento de Estado y, a renglón seguido puntualizó: «detener estos ataques podría dar a Putin un respiro económico sin comprometerse realmente con la paz».