Los bajos índices de ejecución en varias de sus carteras, los innumerables hechos de corrupción descubiertos por la prensa al interior de su equipo de trabajo, la caída en los índices de popularidad y el hundimiento de sus reformas en el Congreso, han propiciado la actitud radical tomada por el Jefe de Estado.
Los pronósticos de algunos analistas políticos en torno a la actitud que asumiría el presidente, Gustavo Petro, si sus tan cacareadas reformas no fueran aprobadas en el Congreso o no superaran el examen que sobre muchos aspectos hace de las leyes la Corte Constitucional, están cumpliéndose.
Luego de que se conociera que un grupo de senadores de la comisión séptima del Senado solicitaron el archivo de la reforma a la salud, teniendo como sustento fundamental la carencia de aval financiero por parte del Ministerio de Hacienda, el Jefe de Estado enfiló baterías contra todo lo que a su juicio entorpece su ejercicio de gobierno.
¿Desviando la atención?
En un evento en Cali, Petro aseguró que si no era posible que por la vía legislativa se aprobaran las iniciativas por él propuestas, estaría dispuesto a convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, a pesar de que en campaña desestimó está idea por considerar que la Carta Política vigente tienen todos los elementos jurídicos necesarios para gobernar.
“Si esta posibilidad de un gobierno electo popularmente, en medio de este Estado y bajo la Constitución de Colombia, no puede aplicar la Constitución porque lo rodean para no aplicarla y lo impiden, entonces Colombia tiene que ir a una asamblea nacional constituyente. […] La asamblea nacional constituyente debe transformar las instituciones para que obedezcan al pueblo en su mandato de paz y de justicia, que es fácil de lograr en Colombia”, dijo Petro ante un auditorio que casi sin entender las dimensiones de lo que éste decía, lo aplaudió ensordecedoramente.
Como era de esperarse, la alocución del presidente, abiertamente militante de izquierda, encendió las alarmas sobre un intento de perpetuación en el poder como lo han hecho otros tantos en la región. Senadores, incluso afines al proyecto político de Petro, rechazaron de plano la propuesta, otros, como Germán Vargas Lleras se montaron el bus, haciendo que el Jefe de Estado y varios de sus lugartenientes en el congreso le bajaron el tono a la polémica propuesta.
Iván Cepeda, por ejemplo, uno de los líderes del Pacto Histórico, fue enfático en que el actual gobierno, dados los escándalos que han minado su legitimidad, no tiene la fuerza política para sacar adelante una empresa de tal envergadura.
“¿De qué forma logramos ese acuerdo? Una Constituyente, unos acuerdos de paz, un pacto que no requiera esa figura jurídica, puede ser todo eso o una de esas vías. Se trata de ensayarlo, de buscarlo”, comentó a este respecto Cepeda.
Disparando a lo loco
Este incidente que centró más la atención de los movimientos políticos del presidente, fue solo el inicio de una serie desafortunada de declaraciones que dejaron muy mal parado al actual gobierno que trae tras de sí una pesada estela de corrupción, habiéndose vendido como diferentes.
En Tierralta, Córdoba, municipio bastante afectado en el pasado y el presente por el accionar de grupos armado ilegales, Gustavo Petro se fue lanza en ristre contra un grupo de campesinos que, bloqueando el tráfico, exigía la terminación de una importante carretera.
“El Clan del Golfo bloqueó las vías de acceso a Tierralta y la gente se está retirando por temor. ¡Orden del presidente: el Ejército llega de inmediato y me despeja las vías en Tierralta! No entiendo cómo, teniendo el Ejército aquí, el Clan del Golfo está tapando vías, ¿quién tiene el poder aquí? Si el pueblo tiene el poder aquí, el Ejército obedece al pueblo, y eso significa que las vías de Tierralta se liberan para el pueblo. No vamos a admitir chantajes ni bloqueos”, expuso convencido el mandatario.
Minutos después, el alcalde de Tierralta, Jesús David Contreras, aprovechó su intervención en el consejo comunitario para hacer claridades en torno a las graves acusaciones que contra ellos hizo el Jefe de Estado.
“Eso que pasó ayer fue una desinformación. Lo que había aquí era un bloqueo porque a una comunidad no se le ha iniciado una obra cerca al río Sinú vía a Valencia. Ellos pararon, resistiendo y reclamando que esa obra no se ha iniciado. Ese recurso lo puso la Gobernación con un convenio… se requiere un rediseño y esfuerzo mayor… de manera injusta esa comunidad fue tratada de delincuente”, expuso el burgomaestre, desmintiendo lo dicho por el presidente.
Durante esa correría por varios departamentos y municipios, Petro también tuvo tiempo para deslegitimar al sector empresarial de Barranquilla, al que acusa de estar orquestando un fraude e impedir que se concrete la Constituyente. Proceso que desde muchos puntos de vista es prácticamente imposible de realizar y que ahora utiliza para instrumentalizar a los movimientos sociales.
“Los berracos ya están pensando en comprar los votos para ver cómo se saca a Petro, no en ver cómo se hace aquí un acuerdo. […] Unos empresarios barranquilleros haciendo vaca para la destitución vía constituyente, del presidente. Uno propuso dar 40.000 millones, otro lo mismo y el resto 20.000 millones”, afirmó Petro sin aportar una sola prueba que reafirme su grave denuncia.
Efraín Cepeda Tarud, presidente del Consejo Gremial del Atlántico salió al paso a estas afirmaciones e invitó al mandatario a articular mejor las políticas públicas con las demandas del sector empresarial para propiciar el desarrollo en las regiones y dejar de ser agente promotor de la polarización política.
En Antioquia, primero, hizo insinuaciones delictivas sobre los habitantes de un exclusivo sector de Medellín y después, como si se tratara de una provocación, se refirió en términos peyorativos a quienes son afines a las ideas del expresidente Álvaro Uribe.
“El Poblado no es Medellín ni Antioquia, como el Chicó no es Bogotá ni Colombia y, Las confesiones, la comisión de la verdad y los fallos judiciales muestran que un sector del empresariado bananero con ayuda estatal apoyó en el pasado el paramilitarismo y la masacre del pueblo del Urabá. En Urabá se impuso una forma paramilitar de gobernar”, posteó el presidente en su cuenta en X.
Mientras hablaba frete a una multitud en Tolú, comentó: “a veces no le ponemos cuidado a lo que dice la música, además porque mucha música de hoy no dice nada, la música uribista, pa’ embrutecerlo a uno, si es, -es esa me la sacan ahí en televisión. […]Pero si uno trata de que la música sea inteligente y escucha música inteligente, pues dicen cosas de la cultura, de la raíz, del alma de la tierra y de la sangre, entonces dice el capitalismo algo así como que puede desaparecer”.
Con el mismo tono y con la misma intención, el representante a la Cámara, Andrés Forero, aprovechó una confusión del mandatario para enrostrarle el proceso de embrutecimiento que ha venido sufriendo, a pesar de escuchar música de alto turmequé.
“Tras catalogar de brutos a los uribistas, @petrogustavo dice con mucha propiedad que un “agamenón” es la destrucción del clima. El presidente confunde un “armagedón” con el mítico rey de Micenas que condujo a los griegos a los muros de Troya. Quien mucho habla mucho yerra…”, escribió Forrero en su cuenta en X, adjuntando un video de Petro.
Está claro que con el fracaso inminente de las reformas en el Congreso, el lento avance de la reforma agraria y la cada vez más insostenible apuesta de paz total que ha fortalecido a los grupos armados ilegales, tienen al presidente desesperado, pues, han dejado al descubierto al Petro pendenciero, desinformado e incompetente.