El gobierno de extrema izquierda prohibió cualquier tipo de celebración religiosa en este país, obligando a la Iglesia Católica, a sus feligreses y a cientos de miles de cristianos a renunciar a sus tradiciones, pasando por encima del derecho a la libertad de culto.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa Rosario Murillo están en el ojo del huracán, después de haber sorprendido a la Iglesia Católica de esa nación cuando no autorizó las procesiones ni salida de los santos de la congregación a la calle.
Fue por este motivo que el Domingo de Ramos se celebró de una manera distinta y dentro de las iglesias, debido a que el gobierno le dio la orden a la policía nacional de actuar en caso de no ser acatada su orden.
Ortega calificó a los sacerdotes como “mafiosos»
El presidente Daniel Ortega tildó de «Mafiosos» a sacerdotes, obispos cardenales y al papa Francisco.
Este pronunciamiento lo realizó en un acto público, en donde además señaló que la iglesia católica es antidemocrática por no permitir que sus feligreses elijan por voto directo al papa, cardenales, obispos y sacerdotes.
Violación a libertad religiosa
El Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos (Cenidh) denunció en su cuenta de Twitter que: «La prohibición de procesiones de cuaresma y Semana Santa en Nicaragua son una flagrante violación a la libertad de conciencia, religión y libertad de expresión».
Sin embargo, la Conferencia Episcopal de Nicaragua no se ha pronunciado de manera oficial sobre la prohibición de las procesiones, y ha invitado a sus feligreses a celebrar la liturgia en los templos.