A lo largo de su vida, encarnó una ética política centrada en la austeridad, la dignidad y el compromiso social.
A los 89 años falleció este martes José «Pepe» Mujica, expresidente de Uruguay y uno de los referentes más emblemáticos de la izquierda latinoamericana.
Su muerte se produjo como consecuencia de un cáncer de esófago, enfermedad que él mismo había hecho pública en 2024.
La noticia fue confirmada por el presidente Yamandú Orsi, quien expresó en redes sociales: “Te vamos a extrañar mucho, Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”.
Nacido en Montevideo en 1935, Mujica fue militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en los años 60, un grupo guerrillero inspirado por la Revolución Cubana.
Fue capturado en varias ocasiones, baleado, torturado y pasó 14 años en prisión, gran parte de ellos en condiciones infrahumanas.
Durante la dictadura militar uruguaya fue uno de los «nueve rehenes» que los militares amenazaban con ejecutar si la insurgencia reaparecía.
Pese a su pasado armado, Mujica fue pieza clave en la transición democrática. Fundó el Movimiento de Participación Popular, dentro del Frente Amplio, y desde allí inició su carrera parlamentaria.
Ocupó cargos como diputado, senador y ministro de Ganadería antes de asumir la presidencia en 2010.
Su mandato estuvo marcado por políticas progresistas, una proyección internacional basada en la honestidad y discursos que dieron la vuelta al mundo por su profundidad y sencillez.
Mujica abandonó la política activa en 2020, tras renunciar al Senado, argumentando razones de salud y la necesidad de dar paso a nuevas generaciones. Aun así, siguió siendo una voz respetada y escuchada, incluso por sus adversarios.
“Lo de la presidencia es una tontería, lo más feliz que fui fue el día que salí de la cárcel”, decía, recordando su liberación en 1985 tras la amnistía a los presos políticos.
Para Mujica, la libertad y la dignidad siempre estuvieron por encima del poder.