La guerra condena a la niñez a la muerte en el Chocó y otras regiones del país. ONU confirma suicidio de menores.
El silencio del gobierno colombiano ha dejado a la niñez indígena y campesina atrapada en un infierno sin salida. En un escenario doloroso, menores de edad en el Chocó, particularmente de la comunidad emberá, están optando por el suicidio antes que ser reclutados a la fuerza por los grupos armados ilegales que asolan la región, confirmó la ONU, organismo que ha recibido las denuncias de familias desesperadas.
Mientras la niñez colombiana sufre el reclutamiento forzado y el abandono estatal, el presidente Gustavo Petro parece más preocupado por la situación en Palestina que por los niños del Chocó y el Catatumbo. Sus discursos y condenas internacionales contrastan con la inacción frente a la tragedia que azota a miles de menores en su propio país.
Grupos armados al acecho
La expansión del ELN, el Clan del Golfo y las disidencias de las FARC está arrasando territorios enteros sin que el gobierno tome medidas contundentes. Lejos de disminuir, la presencia de estas organizaciones criminales se ha consolidado, marcando su dominio. En este contexto de violencia, la ONU encendió las alarmas, pero el gobierno sigue optando por una pasividad que raya en la complicidad.
La violencia se extiende
El problema no se limita a Chocó. La crisis ha alcanzado también al Catatumbo y otras zonas del país, donde comunidades enteras son sometidas al yugo de las bandas criminales. Mientras tanto, el gobierno se limita a discursos vacíos y promesas que nunca se cumplen. En su más reciente columna de opinión, José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), puso de presente su preocupación por la escalada violenta que está atravesando el país.
“La última alarma de la Defensoría da cuenta de 11 crisis humanitarias simultáneas, generadas por 10 grupos armados con influencia en 809 municipios, lo que representa un copamiento territorial casi total, una peligrosa pérdida de soberanía y una violencia que se irriga a las ciudades por miles de bandas de microtráfico y delincuencia común”, enumeró el dirigente ganadero.