El programa Una Vaca por la Paz, regresó para contribuir al mejoramiento de las necesidades más necesarias de este segmento de la población rural colombiana y proporcionarles un proyecto de vida vinculándolos a la ganadería como la actividad que se convierta en su emprendimiento permanente.
Sacar a las mujeres rurales de las dificultades económicas y de la pobreza extrema, así como a las victimas de la violencia, es el propósito fundamental del programa Una Vaca por la Paz que Fundagán volvió a revivir en su afán de contrarrestar las necesidades extremas en la población del campo colombiano.
La Fundación Colombia Ganadera, Fundagáan, revivió esta iniciativa en medio de una circunstancia especial: la celebración de los 60 años de Fedegán y de los 30 de la administración del Fondo Nacional del Ganado, FNG, en el marco de Agroexpo 2023.
“En esta oportunidad, la meta es lograr la donación de 1.500 vacas para el programa y en solo unos días de haber anunciado su regreso, ya ha recolectado 70 ejemplares”, manifestó Nataly Delgado, directora ejecutiva de Fundagán.
El programa que ha gestionado mediante la “Vacatón” en el Club El Nogal, le ha permitido a la fundación lograr la donación de 3500 vacas y constituirse en una solución para el mismo número de familias.
“El tema es promover a las compañías del sector, a los ganaderos y a la agroindustria nacional para que donen una vaca preñada. ¿Por qué una vaca preñada? Precisamente para despertar el sentido de solidaridad entre el beneficiario de esa hembra bovina, que al nacer la cría, está condicionado a obsequiarla a algún vecino que se encuentre en la misma situación socioeconómica que él”, agregó.
Recordó el caso de Flor Inírida Torres, habitante del municipio Nuevo Colón del departamento de Boyacá, que luego de encontrarse en la pobreza extrema, recibió la donación de Una Vaca por la Paz y esta hembra bovina se convirtió en su proyecto de vida, le permitió sobrevivir y sacar adelante a su familia.
Como Flor Inírida, 3’584.000 personas que equivalen al 31,1 % de la población rural en Colombia, se encuentran en pobreza multidimensional y algo aun de mayor preocupación: ese porcentaje es 2,7 veces mayor en, las zonas rurales que en las cabeceras municipales, registra el DANE.
“El programa de Fundagán tiene el propósito de contribuir a mejorar, de alguna manera, el modo de vida a ese grueso porcentaje de la población y, es de hecho, su máxima atención”, expuso Delgado.
La historia de Flor Inírida
Durante el anuncio del regreso de Una Vaca por la Paz, se mostró en video a los miles de asistentes al Pabellón 4 de Fedegán en Agroexpo, en el que Flor Inírida cuenta su historia.
En esa época tenía 41 años y su única educación había sido la primaria. Su grupo familiar lo conformaban el esposo y 7 hijos pequeños que vivían una situación crítica y no tenían una actividad específica que les generara el debido sustento económico.
“Vivíamos en una pobreza extrema y no encontrábamos una salida a las dificultades económicas”, afirmó con lágrimas en su rostro esta mujer al describir las difíciles circunstancias en las que vivía su familia.
“No había plata ni para el pan y con la que lograba conseguir compraba harina y lo preparaba yo misma para que los niños comieran con agua de panela. Pasaba semanas en las que no salía nada de trabajo y no había nada para darle de comer a los hijos. Mi situación era realmente dura”, replicó.
Reconoce que hubo un cambio prominente en su vida. “La llegada de Una Vaca por la Paz de Fundagán fue una bendición. Tenía un terreno de media fanegada desorganizado y con pastos desaprovechados y la casa contaba con las paredes y dos camas en las que nos acomodábamos con mis 7 hijos y mi esposo”.
Desde que Fundagán nos regaló la vaca no nos ha faltado el ingreso diario de la familia y tampoco la comida. Poco a poco mejoró la situación económica. “Nació una ternera y tras ella otra y otra. Llegué a tener 10 reses. Fui afortunada ya que sólo una vez tuve un ternero, las demás reses fueron terneras”.
Hasta ha podido estudiar. Flor tenía solo la primaria y se animó a seguir estudiando los fines de semana y cursó y terminó el bachillerato. Ahora quiere estudiar algo agroindustrial para hacer alimentos propios con las frutas que produce -en especial con la pera- y dársela a los animales.
“Le doy gracias a ese maravilloso programa de una vaca por la paz de Fundagán, porque para mí, significó la esperanza y el progreso. Gracias por sacar a las mujeres rurales de las dificultades económicas y de la pobreza extrema”, recalcó.