Regresa la aviación anfibia a Colombia: Ayapel estrena plan piloto de hidroaviones

La maniobra, liderada por Aerocivil con operación de SEARCA sobre la ciénaga, ensaya rutas y protocolos para conectar territorios de difícil acceso, impulsar ecoturismo y habilitar servicios como ambulancias aéreas bajo estándares de seguridad y sostenibilidad.

Ayapel (Córdoba) vivió una jornada inédita: un hidroavión acuatizó sobre su ciénaga para poner a prueba la viabilidad de operaciones anfibias en Colombia. La demostración, coordinada por la Aeronáutica Civil y ejecutada por la empresa SEARCA, busca reabrir una modalidad que marcó los orígenes de la aviación nacional y que hoy se explora con criterios actuales de seguridad y sostenibilidad.

De acuerdo con la autoridad aeronáutica, el piloto sirve para validar procedimientos de aproximación, tiempos de atención, coordinación con autoridades locales y requisitos ambientales. La ciénaga funciona como pista natural y banco de pruebas para evaluar desempeño en condiciones reales, sin depender de infraestructura aeroportuaria tradicional.

También se midieron variables operacionales relevantes: lámina de agua disponible, vientos, oleaje, zonas de resguardo y logística en tierra para embarque y desembarque. Ese conjunto de datos permitirá calificar el riesgo y ajustar manuales antes de considerar rutas regulares o servicios especializados.

Con este ensayo, el Gobierno apunta a tres beneficios: mejorar la conectividad de comunidades con accesos limitados, dinamizar el turismo de naturaleza —avistamiento de aves, pesca deportiva y recorridos en humedales— y habilitar respuestas de emergencia mediante ambulancias aéreas que reduzcan tiempos de traslado hacia centros de salud regionales.

En paralelo, Aerocivil subraya el componente ambiental: los hidroaviones, en escenarios comparables, demandan menos combustible y reducen la huella logística frente a alternativas fluviales o terrestres de largo trayecto. Esa ventaja, aclara la entidad, depende de planes de manejo, control de operaciones y monitoreo permanente de la calidad del agua y del ruido.

La historia respalda el experimento. Colombia inauguró rutas en hidroavión desde 1920 con SCADTA, que utilizó ríos y ciénagas como corredores aéreos. Por ahora, la autoridad evalúa resultados y alista nuevas pruebas en otras regiones con condiciones similares. Varias compañías han manifestado interés, de modo que Ayapel podría convertirse en referencia técnica para reactivar, con prudencia y datos, la aviación anfibia en el país.