La desmotivación a la que ha sido sometida la Policía, y el empoderamiento que se ha dado a estos sectores, así pareciera indicarlo. Buena parte de la ciudadanía así lo cree.
Por: Alejandra Carvajal
Tomado de Revista Semana
Luego de dos meses puede afirmarse con toda serenidad que el actual gobierno es un completo fracaso. Si quedaba un halo de esperanza que indicara que la situación del país iba a mejorar con la victoria de Petro, prácticamente se esfumó.
A estas alturas, el gabinete ministerial va al garete, y ya empiezan a verse claramente ante la opinión pública las fricciones existentes al interior del consejo de ministros.
Gobernar es un arte, del cual es notablemente visible que el presidente no tiene ni idea. Petro continúa siendo candidato y actuando como tal. A su fanaticada la tiene entretenida con sus discursos, pues si para algo es bueno Petro es para hablar, pero no para ejecutar.
Colombia es un país privilegiado que tiene todas las posibilidades de crecer. Sin embargo, estas se ven opacadas por pasos en falso que dan algunos funcionarios del Gobierno, en todos los niveles. No solamente de algunos ministros, sino también de viceministros, destacándose muy especialmente la de Minas y el del Interior.
El viceministro del Interior definitivamente la sacó del estadio. Es un ejemplo memorable de lo que es pasar del anonimato al desprestigio. Sus actuaciones en medio de las protestas, más que un espíritu conciliador, mostraron que tiene un carácter servil ante delincuentes que vandalizan, destruyen, amenazan e intimidan.
En ningún momento se le vio la intención de verificar cómo se encontraban los habitantes del sector, que ya no aguantan más la situación, cuando ellos también importan.
Los derechos humanos de los vecinos del Portal Américas han sido y son continuamente atropellados. Sus inmuebles cada día valen menos. Estas familias, en su mayoría de estratos dos y tres, con esfuerzo han comprado sus casas. Muchos otros pagan arriendo o hipoteca. Al viceministro García poco le importó el que ellos ya no aguantan más, pues no tuvo el más mínimo interés de reunirse con los habitantes de ese sector de la ciudad.
En este momento son prioridad para el Gobierno la primera línea y la guardia indígena, no los damnificados de Kennedy o los ciudadanos del común. Ellos parecieran ser su prioridad, por encima de toda la ciudadanía que ejerce sus derechos de manera pacífica.
En una maniobra de carácter acrobático, desconociendo la división de poderes, el señor García, con una sonrisa y como si fueran “amigues” de vieja data, se dirigió a los jóvenes detenidos y saltándose la ley logró su “indulto”, notificándonos a todos de que el Estado de derecho le importa un rábano.
A toda luces, es evidente que los jóvenes aún estaban capturados cuando intervino el viceministro, razón por la cual fueron liberados. Los videos son claros al mostrar que estos se encontraban esposados y detenidos, y que por la intervención de García se les retiraron las esposas para luego salir de la tanqueta de la Policía. La versión que sostiene que ellos ya habían sido liberados se cae de su peso luego de ver los videos.
El poder legislativo y judicial fueron entonces desconocidos al ignorar la Ley Penal y el Código de Policía. Entonces, por cuenta de la paz total, ¿va a empezar a ignorarse nuestro ordenamiento jurídico?
¿Acaso quieren conducirnos al desconocimiento de nuestras leyes y del Estado de derecho? Posiblemente sea su deseo que el emblema patrio de “Libertad y Orden” quede en el olvido. Estamos preocupados por la trepada del dólar y por las graves repercusiones que esto tiene a nivel económico y social. Pero más grave aún es el obviar por capricho nuestras leyes.
Muchos quisiéramos saber, ¿dónde estaba el viceministro García o alguno de sus pares cuando atacaron a nuestros policías en la Estación de las Aguas? Otra incógnita que queda es: ¿por qué no acudió cuando vándalas pretendían quemar la Catedral Primada, patrimonio histórico y cultural de Bogotá?
El actual gobierno aún puede enderezar el camino. Dar las señales adecuadas a los mercados, a los miembros de la bancada de Gobierno, a la oposición y muy especialmente a los ciudadanos de a pie. Fomentar el caos no puede ser un objetivo de este Gobierno. Mostrar que tienen prelación en derechos la primera línea, las vándalas que atacaron la Catedral Primada, o los indígenas que casi matan a varios policías, es un completo despropósito.
Entretanto, muchos piensan que la primera línea y grupos de indígenas agresivos son agentes paramilitares del Gobierno. Todavía hay tiempo para que el Gobierno rectifique y muestre que tiene la intención de velar por los derechos de todos los colombianos por igual.