La aparición de panfletos firmados por las Autodefensas Conquistadores de la Sierra en el corazón turístico de Santa Marta volvió a sacudir al comercio local. Mientras tanto, defensores de derechos humanos revelan que los habitantes de la capital del Magdalena están atrapados en medio de una sangrienta disputa territorial entre las ACSN y el Clan del Golfo.
El temor amaneció pegado a las puertas: en la calle 18 con carrera 6, en pleno centro histórico de Santa Marta, varios locales comerciales, en su mayoría dedicados a la venta de calzado y ropa deportiva, fueron marcados con papeles intimidatorios que llevaban una firma inquietante: “Att: ACSN”.
Las siglas, que corresponden a las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada, incluían un mensaje directo: “comunicarse a este número en menos de 24 horas”. Los empleados que abrieron sus negocios el martes dieron aviso a las autoridades.
A través de sus canales oficiales, la Policía Metropolitana de Santa Marta informó que inició indagaciones para establecer la autenticidad de las amenazas y localizar a los responsables, pero el impacto psicológico ya estaba hecho.
El hecho no es aislado. Según la Plataforma de Derechos Humanos de la Sierra Nevada (PDHAL), Santa Marta cerró el primer semestre del año con 89 homicidios registrados, lo que la convierte en uno de los principales focos de violencia urbana en el Caribe colombiano.
Uno de los apartes del informe señala que esta cifra está estrechamente relacionada con la lucha territorial entre estructuras criminales como las ACSN y el Clan del Golfo (AGC), cuyo enfrentamiento ha dejado un saldo sangriento que se extiende a barrios, corregimientos y zonas rurales.
En ese sentido, advierten los analistas, la confrontación no solo ha disparado las cifras de asesinatos, sino que ha elevado la sensación de inseguridad, llevando incluso a comerciantes a cerrar sus negocios más temprano o evitar transitar por zonas de riesgo.
Aunque la Policía ha incrementado los patrullajes en la zona, líderes gremiales exigen una respuesta estructural, que combine inteligencia, desmantelamiento de redes criminales y garantías efectivas para el comercio y la ciudadanía. Mientras tanto, la sombra del miedo sigue pegada a las vitrinas del centro: invisible para algunos, pero brutalmente presente para quienes viven bajo la amenaza diaria de una guerra que ya tocó la puerta.