A pesar de la positiva reacción de las autoridades policiales, es muy poca la esperanza que tiene la familia de recuperar los animales robados. Hacen un llamado al Gobierno para que preste más atención a la situación actual del campo, pues, este tipo de acciones desincentivan el interés de las nuevas generaciones por el trabajo agropecuario.
En medio de la conmoción que produjo en una familia de campesinos el robo de los animales, en todos los sentidos, más valiosos de su finca, Agencia Periodística de Noticias pudo hacer contacto con Elvira Salazar, quien desde el lugar donde ocurrieron los hechos, contó detalles de cómo podría cambiarles la vida a ellos, ganaderos desde hace varias generaciones, y a todos los que les colaboran y reciben pagos.
A pesar de la difícil situación, la afectada dejó de lado el tema económico para hacer énfasis en uno de los temas más importantes para los ganaderos, contrario al discurso recalcitrante de algunos sectores animalistas, empeñados, entre otras cosas, en prohibir la exportación de ganado en pie.
«No he sabido qué decirle. Estoy devastada. Es perder el trabajo de muchos años en un momento. Me pide que le cuente qué sucedió en la madrugada de ayer 6 de octubre y no he parado de pensar en el sufrimiento de nuestras 11 vaquitas robadas de la finca a la hora del ordeño», dijo Elvira Salazar preocupada por la salud de sus reses.
La compungida ganadera fue más allá y dio luces de lo que en este preciso momento deben estar padeciendo las valiosas reses hurtadas. «Si para esta hora no han sido debidamente ordeñadas, ya estarán enfermas de mastitis. Son vacas consentidas que algunas producen más de 30 litros. Eran las mejores de nuestro hato. No es el valor comercial el que nos interesa que por cierto es incalculable. Es el bienestar de ellas lo que nos tiene angustiados. Son seres vivos que sienten», comentó.
Llegados a este punto de la conversación, hizo énfasis en otro de los temas que ronda su cabeza, ya que del producto de esas reses es muy poco el dinero que pueden recibir, debido a las muchas complejas y cada vez peores situaciones que afronta el agro colombiano.
«Son nuestro sustento y el de nuestra familia incluyendo a mi papá de 91 años, 6 hermanos que hemos heredado el amor al campo por varias generaciones y todas las familias que dependen de nosotros que se han convertido en nuestra familia luchando y enfrentando cada verano duro y seco, cada invierno de inundaciones, cada subida de los insumos para mantenernos a flote y cada bajada del precio de la leche que nos golpea duro», explicó Elvira Salazar.
Advierte, como pista para los posibles compradores del ganado hurtado, que sus animales son fáciles de identificar, pues, en el país hay muy pocos ejemplares de esa raza, además, cuestiona que ahora tengan que hacer esfuerzos extras para sacar adelante a la familia.
“Si en este momento se abandona el campo por miedo a enfrentar unos bandidos desalmados como estos: ¿dónde vamos a buscar el alimento de nuestros nietos? Se llevaron unas vacas de raza Guernsey que no se encuentran mucho por lo delicadas que son. Nos ha costado sangre conservar esa herencia del abuelo materno, luego de nuestra mamá y sus hermanos, que durante muchas décadas hemos defendido contra viento y marea”, comentó, evidentemente afectada por el valor sentimental que para ella y su familia significan las reses.
A pesar de la reacción positiva de las autoridades y el acompañamiento de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), son muy pocas las esperanzas que tienen de recuperar las reses y difícil el camino que les queda por delante, pues, deberán prescindir de varios de los trabajadores de su finca.
“Nadie tiene idea de lo que esto significa para mi familia y nuestros colaboradores. ¿Nos están obligando ahora a reducir personal y abandonar tantos años de lucha? Hemos recibido apoyo de la Policía, los Carabineros, la Sijín, sentimos el apoyo de Fedegán y nuestros trabajadores en forma inmediata, pero sin ningún resultado al momento”, anotó Elvira Salazar.
Finalmente, hizo un llamado contundente a las autoridades administrativas y de policía para que acompañen en todo momento a los empresarios del campo, pues, estas acciones desincentivan el interés de las futuras generaciones por este tipo de trabajo.
“No pueden hacerle esto al campo cuando estábamos logrando que nuestros hijos lo vieran con otros ojos, cuando estábamos encontrando el valor de sembrar nuestras propias verduras, frutas y hortalizas. Comer el huevo sano y la leche sin ningún riesgo para la salud. No podemos abandonar el campo que nos da de comer cada día desde que abrimos el ojo. Es matar la esperanza de que este país puede todavía salir adelante”, puntualizó Elvira Salazar.