Según la FLIP, entre 2023 y 2024 han documentado 171 casos de agresiones contra mujeres periodistas.
Las recientes declaraciones del presidente Gustavo Petro, en las que se refirió a las periodistas colombianas como “muñecas de la mafia”, han generado una oleada de rechazo tanto de ciudadanos como de organizaciones y figuras prominentes del periodismo.
Las palabras del mandatario han sido ampliamente condenadas por ser degradantes, descalificantes y estigmatizantes hacia el trabajo de las mujeres periodistas en Colombia.
La Fundación para la Libertad de Prensa denunció que las declaraciones del presidente perpetúan estereotipos de violencia contra las periodistas. En su comunicado, afirmaron que el presidente, “como vocero del Estado colombiano, tiene la responsabilidad de garantizar los derechos de las mujeres periodistas y a que no sean agredidas por la labor que hacen”.
Por su parte, el Grupo Prisa Media emitió un comunicado en el que defiende el papel crucial de las mujeres en el periodismo, subrayando que su labor ha sido fundamental para la construcción de una sociedad informada y crítica.
En su mensaje, destacaron la importancia de que el presidente respete no solo la libertad de prensa, sino también la dignidad del ejercicio profesional de las periodistas colombianas.
Otra voz
La periodista Maritza Aristizábal criticó severamente el argumento del presidente, cuestionando la presencia de “odio, megalomanía, misoginia e ignorancia” en sus comentarios. Según Aristizábal, el mandatario parece recurrir a ataques y descalificaciones debido a la falta de argumentos válidos.
Claudia Palacio, en su cuenta de X, expresó que las declaraciones de Petro no solo carecen de pruebas, sino que también son un ataque infundado contra las mujeres periodistas.
Palacio lamentó que el gobierno no haya corregido al presidente y subrayó la seriedad y el riesgo asociado con el trabajo de las periodistas en Colombia.
“En lo que a mí respecta, no conozco a ninguna periodista que sea una muñeca de la mafia. Conozco a colegas trabajadoras, que han hecho su carrera a pulso e incluso poniendo en riesgo su vida y su familia, que defienden su criterio editorial con convicción y vehemencia, tal como tienen derecho a hacerlo en una democracia”.
María Alejandra Villamizar calificó el uso del término “muñecas de la mafia” como simplista y abusivo, subrayando que las periodistas colombianas han cubierto una amplia gama de eventos desde conflictos armados hasta procesos políticos.
“Qué simplista usar el nombre de una novela de narcos y prostitutas para referirse a las mujeres periodistas en Colombia. Ud. no las conoce, ni las ha tratado, ni ha hecho seguimiento de sus trayectorias… Qué abusivo y que atrevido que desde la figura que ostenta verbalice pensamientos tan pueriles”.
Catalina Suárez cuestionó la aparente contradicción entre la proclamación de paz del presidente y la estigmatización de las mujeres periodistas, sugiriendo que las mujeres han sido las más afectadas por la violencia en el país.
Suárez también criticó la falta de acción frente a otras controversias dentro del gobierno, como el caso del embajador Armando Benedetti.
“No entiendo como decían que el cambio es con las mujeres o no será cuando nos etiqueta de muñecas de la mafia. ¿Olvida que tiene hijas? ¿Olvida el rol de la mujer en la sociedad? ¿Olvida la fuerza de voces de mujeres periodistas? ¿Olvida que las que más hemos sufrido en la guerra somos las mujeres?”.
Reacciones políticas
La senadora María Fernanda Cabal, opositora de Petro, mostró su descontento con las declaraciones del presidente y cuestionó su respeto hacia las mujeres.
La columnista y política Annie Abello destacó la declaración de la nueva defensora del Pueblo, Iris Marín, quien firmemente defendió a las mujeres periodistas, reafirmando que “no somos muñecas ni instrumentos de nadie”.
Abello resaltó la gravedad del ataque machista de Petro y elogió la postura de Marín en su primer acto oficial.
