Lejos de la confrontación, la senadora habló desde lo personal sobre el desgaste de la política, la lealtad, la amistad y su decisión de seguir influyendo en el rumbo del país.
En medio de la agitada coyuntura política que dejó la elección interna del Centro Democrático, la senadora María Fernanda Cabal mostró una faceta poco habitual en la política colombiana: la de una dirigente que, tras una contienda intensa, opta por la mesura, el autocontrol y la claridad emocional, sin renunciar a sus convicciones.
En una entrevista concedida a SEMANA, Cabal dejó de lado el tono confrontacional que suele marcar el debate público y habló desde un lugar más íntimo, revelando el costo humano de la política, la importancia de la lealtad y su decisión consciente de seguir aportando al proyecto opositor sin aferrarse a cargos ni protagonismos inmediatos.
El desgaste de la política, dicho sin dramatismos
Uno de los momentos más reveladores de la conversación fue cuando la senadora reconoció, sin dramatizar, el desgaste que implica la vida política. No lo hizo desde la queja ni desde el reclamo, sino como una reflexión madura sobre una etapa que empieza a cerrarse.
Cabal explicó que su decisión de no continuar en el Congreso responde a una convicción personal: después de años de confrontación permanente, debates de alto voltaje y riesgos personales, siente que cumplió un ciclo en el Legislativo. No hubo tono de derrota, sino de determinación.
La política, dejó entrever, no puede convertirse en una prisión ni en una obsesión por permanecer, y saber dar un paso al costado también es una forma de liderazgo.
La amistad por encima de la competencia
Otro rasgo que marcó la entrevista fue la manera en que habló de Paloma Valencia. En un ambiente político donde las disputas internas suelen romper relaciones de años, Cabal optó por subrayar el valor de la amistad y el respeto mutuo.
Más allá de la competencia, destacó la trayectoria de Valencia en el Senado y reafirmó su disposición a respaldarla, incluso poniendo parte de su equipo al servicio del proyecto presidencial. El gesto no fue leído como una concesión, sino como una señal de cohesión y madurez política en un momento clave para la oposición.
En un país acostumbrado a ver rupturas, traiciones y vendettas tras cada derrota interna, Cabal eligió un camino distinto: preservar los vínculos y cuidar el proyecto colectivo.
Convicciones intactas, sin afán de poder
Lejos de proyectar ansiedad por un nuevo cargo o una candidatura inmediata, la senadora fue clara en que hoy no tiene aspiraciones regionales ni electorales en el corto plazo. Su discurso estuvo marcado por una idea central: la política no se reduce a ocupar un puesto, sino a incidir.
En ese sentido, dejó abierta la posibilidad de participar en un eventual gobierno futuro, pero sin afanes ni cálculos prematuros. “Es muy temprano”, señaló, marcando distancia de quienes viven en campaña permanente.
Su foco inmediato está en acompañar a los candidatos al Congreso, especialmente en las regiones, donde asegura que hay una base sólida que ha respaldado su liderazgo durante años.
Una figura que se repliega, pero no se retira
La entrevista dejó una imagen distinta de María Fernanda Cabal: no la de una dirigente desplazada ni la de una figura en retirada, sino la de una líder que sabe cuándo bajar el tono, reordenar prioridades y seguir influyendo desde otro lugar.
Sin estridencias, sin victimismo y sin rupturas, Cabal mostró que su capital político no depende de una candidatura puntual, sino de una trayectoria, una base militante y una voz que seguirá pesando en el debate nacional.
En tiempos de política crispada, su mensaje fue claro: se puede perder una contienda sin perder el rumbo, ni el carácter.



