María Fernanda Cabal: de la compasión al liderazgo, una mujer que siembra esperanza y construye país

María Fernanda Cabal Molina emerge como una líder con una hoja de vida forjada en la acción, no en el discurso. Empresaria, madre, defensora de las víctimas del terrorismo y artífice del programa social “Una Vaca por la Paz”, ha transformado la solidaridad en un motor de desarrollo rural que ha beneficiado a más de 6000 familias. Su coherencia ideológica, su rechazo a la impunidad y su compromiso con la seguridad, la educación y el campo la posicionan como una candidata presidencial con propuestas reales y un corazón profundamente humano.

En un país marcado por décadas de violencia, desigualdad y desconfianza en la clase política, pocas figuras encarnan con tanta autenticidad el compromiso social, la coherencia ideológica y el liderazgo transformador como María Fernanda Cabal Molina. Más allá de los titulares y las polémicas que muchas veces ocultan lo esencial, su vida es un testimonio de servicio, emprendimiento y defensa incansable de las víctimas olvidadas.

Nacida en Cali en 1966, en un hogar donde se cultivaban tanto la excelencia profesional como la responsabilidad social, María Fernanda no se formó en los salones del poder, sino en la calle, en las zonas rurales, al lado de campesinos, ganaderos desplazados y madres cabeza de familia que han sobrevivido a lo peor que puede ofrecer la historia reciente de Colombia. Y es ahí, precisamente, donde nace su visión más humana y revolucionaria: en “Una Vaca por la Paz”, una iniciativa que no sólo entrega un animal, sino dignidad, futuro y esperanza.

Una vaca, una vida, una cadena de solidaridad

En la Fundación Colombia Ganadera (FUNDAGÁN), María Fernanda impulsó en 2010 una de las iniciativas sociales más originales y efectivas del campo colombiano: “Una Vaca por la Paz”. No se trata de una simple donación asistencialista. Es un programa que transforma al beneficiario en protagonista de su propio desarrollo y en donante para otro.

Al recibir una vaca preñada, la familia no sólo garantiza leche para sus hijos, nutrición que combate la desnutrición infantil, sino que se compromete a entregar la primera cría a otra familia necesitada, creando así una “cadena de solidaridad” que ha impactado a más de 6000 núcleos familiares y ha beneficiado directamente a más de 18.000 personas en todo el territorio nacional.

Las convocatorias priorizan a mujeres cabeza de hogar, víctimas del conflicto armado y damnificados por desastres naturales, y van acompañadas de asistencia técnica, capacitaciones en buenas prácticas ganaderas, acceso a una biblioteca digital, y hasta una red de veterinarios de emergencia. Es, en esencia, un ecosistema de desarrollo rural integral, concebido desde la empatía y ejecutado con rigor técnico.

Empresaria con alma, política con convicción

Pero la vida de María Fernanda no se reduce a la filantropía. Antes de llegar al Congreso, fue empresaria exitosa, fundadora de Student Travel Center, una agencia que ha abierto puertas a miles de jóvenes colombianos en el extranjero. Como madre de cuatro hijos cada uno triunfando en su propio camino, sabe lo que es construir desde cero y lo que cuesta mantener los valores en medio de la adversidad.

Su entrada en la política no fue casual ni oportunista. Fue una respuesta moral al asesinato de dos líderes comunitarios del Chocó —Manuel Moya y Graciano Blandón—, cuya lucha por la restitución de tierras ella acompañaba de cerca. “Ese fue el único día que mis hijos me vieron llorar”, ha dicho con una sinceridad que pocos políticos se atreven a mostrar. Desde entonces, su bandera ha sido clara: seguridad, justicia, educación y defensa de las víctimas reales del terrorismo.

En el Congreso, ha sido una voz incómoda pero necesaria: se opuso al acuerdo de impunidad con las FARC, defendió la Fuerza Pública, y denunció los vacíos de la política de “paz a cualquier precio”. Pero también ha legislado con propuestas concretas para el campo, la mujer rural y la reactivación económica desde las regiones.

¿Por qué María Fernanda Cabal debe ser presidenta en 2026?

Porque Colombia no necesita más promesas huecas, sino líderes que hayan demostrado con hechos su amor por el país. Porque en un momento en que la política se ha convertido en un escenario de teatro, ella ha elegido la coherencia sobre la conveniencia y la verdad sobre la popularidad. Y porque, detrás de su firmeza ideológica, late un corazón profundamente humano: el mismo que concibió “Una Vaca por la Paz”, que ha abrazado a viudas de policías y soldados, y que escucha sin intermediarios a los campesinos en sus fincas.

María Fernanda Cabal no busca el poder para sí misma. Lo busca para devolvérselo a quienes lo han perdido: a las víctimas, a los emprendedores, a las madres que crían solas a sus hijos en zonas olvidadas por el Estado. Su hoja de vida no está llena de discursos, sino de vacas entregadas, tierras restituidas, vidas reconstruidas. En 2026, Colombia tendrá la oportunidad de elegir una presidenta que no sólo habla de amor por el país, sino que ha sembrado ese amor con sus propias manos.