María Fernanda Cabal a Petro: Colombia no se arrodilla ante los violentos

En medio del clima de polarización, protestas y una profunda crisis institucional que vive Colombia, la senadora María Fernanda Cabal expresó un mensaje claro y contundente contra el gobierno de Gustavo Petro.

En un discurso cargado de fuerza y emoción, la precandidata presidencial del Centro Democrático María Fernanda Cabal Molina no solo denunció las falencias del Ejecutivo, sino que también reivindicó la dignidad y el espíritu demócrata de un país que, según sus palabras, «no se doblegará ante el autoritarismo».

«¡Colombia no se arrodilla a los violentos!», exclamó Cabal frente a miles de ciudadanos que se congregaron en silencio como símbolo de resistencia cívica ayer en la Marcha del Silencio. La frase resonó con fuerza entre los asistentes, muchos de ellos hartos de una administración que, lejos de cumplir las promesas de cambio, ha profundizado la inseguridad, la inflación, el desempleo y la precariedad en los servicios públicos.

Un grito de alerta

La senadora afirmo y motivó con sus palabras a la multitud, a seguir firmes: “¡No entregamos la democracia y no entregamos la libertad, seguimos firmes, firmes!”.

Frente a la histórica crítica del rumbo que ha tomado el país bajo el mando de Petro, no dudó en señalar que en comparación con las marchas petristas, no se tuvo que pagar transporte ni prebendas para que asistieran, pues quienes estuvieron presentes, lo hicieron con el corazón.

“¡Aquí no estamos pagando marcha ni regalando lechona, aquí estamos con el corazón de Colombia unido a Dios!”, su discurso fue un parte de guerra sobre el estado real de la nación, lejos de los discursos oficiales que insisten en vender una falsa narrativa de progreso.

“El pueblo colombiano no es de Gustavo Petro”, afirmó Cabal con contundencia, enfatizando que Petro no representa la pluralidad ni la diversidad de un país que, cada día más, siente que se le niega su voz en aras de un proyecto ideológico que desconoce sus raíces culturales y democráticas.

Una república en peligro

Con el tono firme que la caracteriza, Cabal advirtió que “Colombia es más grande que Petro” y recordó que el poder debe emanar del pueblo, no de un hombre que pretende imponer su visión por encima del bien común. En ese sentido, no escatimó críticas al estilo de gobernar del actual mandatario, quien ha sido señalado por manejar el Estado con lógica clientelista, debilitar instituciones clave y rodearse de funcionarios comprometidos con su agenda radical, más que con el desarrollo nacional.

Pero tal vez una de las frases que más impacto generó fue: “Ese pichón de dictador no se va a quedar, si se queda lo sacamos”. Con estas palabras, la líder opositora no solo expresó el sentir de millones de colombianos, sino que envió un mensaje de alerta: la paciencia del pueblo tiene límites, y cuando estos se cruzan, las instituciones deben responder o serán las calles las que marquen el rumbo.

El silencio que rompe muros

La denominada Marcha del Silencio, convocada por sectores de la oposición y apoyada por amplios sectores de la sociedad civil, fue un acto simbólico, pero profundamente significativo. En un país donde el ruido de las balas y las consignas radicales han acallado la voz de la gente común, el silencio se convirtió en el grito más fuerte de todos: el de quienes exigen paz, seguridad, respeto a la propiedad privada, recuperación económica y defensa de la democracia.

Este evento marcó un antes y un después. No hubo consignas partidistas, no hubo violencia, no hubo banderas ideológicas. Solo ciudadanos cansados de ver cómo su futuro se diluye bajo un gobierno que parece más interesado en perpetuar su poder que en resolver los problemas reales de la gente.

¿Hasta cuándo?

La pregunta que muchos se hacen hoy es hasta cuándo podrá sostenerse esta administración, que ha visto caer su popularidad a niveles históricos mientras aumenta la indignación frente a decisiones como la reforma tributaria fallida, el desmantelamiento de la Policía Metropolitana en Bogotá, la entrega de tierras a grupos armados ilegales, o la politización de entidades estratégicas del Estado.

La senadora Cabal no solo habló por los que están presentes en las marchas, sino también por aquellos que, desde el anonimato, temen hablar por miedo a represalias. Ella se convierte así en una voz necesaria en una república herida, que reclama justicia, transparencia y patriotismo.

Mientras el gobierno insiste en culpar a los demás de sus errores, y mientras los medios afines intentan maquillar la realidad con informaciones sesgadas, figuras como María Fernanda Cabal son hoy un faro para los colombianos que aún creen en la democracia, en la libertad y en un país donde los derechos no sean privilegio de unos pocos.

Su mensaje no fue solo un discurso. Fue un llamado a la unidad, a la resistencia cívica, a la defensa de la República. Y, sobre todo, fue una advertencia: el tiempo de Gustavo Petro se agota. Y si no rectifica, será el pueblo quien marque el final de esta era.