Para regiones como el Catatumbo y la Sierra Nevada, donde el tráfico de estupefacientes teje una red de violencia y abandono, la precandidata presidencial y líder de la oposición, presenta una estrategia integral que combina tecnología moderna, decisión estatal y un impulso al campo para devolverle la esperanza al país.
Medios de comunicación nacionales e internacionales han reportado desde hace mucho tiempo, que, en el Catatumbo, Norte de Santander, el zumbido de las motos cargadas de cocaína corta el silencio de la selva, mientras a sangre y fuego, grupos armados ilegales disputan cada hectárea de cultivo ilícito.
En la Sierra Nevada de Santa Marta, el contexto es similar: las comunidades indígenas ven cómo la droga infiltra sus tierras sagradas, alimentando enfrentamientos que desplazan y matan.
Estos epicentros de violencia, junto a otras zonas más olvidadas y lejanas de la periferia, son el rostro más crudo del narcotráfico en Colombia, un problema que María Fernanda Cabal, precandidata presidencial y líder de la oposición, denomina como «el enemigo número uno de la estabilidad nacional».
A través de su cuenta en X, utilizando la etiqueta #YoMeComprometo, lanzó una propuesta ambiciosa a la problemática que tiene actualmente en jaque a muchas regiones del país: atacar al crimen con firmeza, usar tecnología para ser precisos y revitalizar el campo, buscando que la hoja de coca y la cocaína dejen de ser el único camino.
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La crisis producto del narcotráfico y sus daños colaterales no es nueva, pero sí más grave que antes. Según datos disponibles, desde el Acuerdo de Paz de 2016, los cultivos ilícitos han crecido un 43 %, con regiones como el Catatumbo y la Sierra Nevada convertidas en bastiones del narcotráfico y refugio de estructuras criminales que se disputan el control de las rutas y las rentas ilegales.
“El narcotráfico es el motor del terrorismo en Colombia. Grupos como las FARC, el ELN y el Clan del Golfo han convertido la producción de coca en su principal fuente de financiamiento, generando una espiral de violencia que destruye comunidades, desplaza campesinos y corrompe el Estado”, sostiene la precandidata presidencial.
El asunto tiende a agravarse, si se tiene en cuenta que durante el año 2023 la erradicación manual apenas alcanzó un tercio de la meta propuesta, un claro reflejo de la vulnerabilidad de campesinos y trabajadores frente a las amenazas de disidencias y clanes que dominan militarmente esos territorios.
En estas poblaciones, donde la presencia estatal es un eco lejano y en las grandes ciudades, donde ahora también se vive la dinámica criminal a gran escala, su diagnóstico encuentra respaldo: según encuestas recientes, el 68% de los colombianos cree que el problema del narcotráfico ha empeorado desde la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño.
Sin un Estado que se haga sentir, no hay solución a la vista
Cabal no solo echa sal a la herida; sino que ofrece una cura al problema que la originó. Su estrategia empieza con tecnología al servicio de la seguridad. En ese sentido, plantea reactivar la aspersión aérea con glifosato, pero, utilizando drones de alta precisión que apunten a zonas críticas como las selvas del Catatumbo, respetando las normas establecidas por la Corte Constitucional, y excluyendo áreas protegidas como la Sierra Nevada, también con grandes extensiones de cultivos ilícitos.
«Podemos ser efectivos y responsables», asegura, respaldándose en estudios de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. que descartan riesgos graves en dosis controladas. Aunque esta propuesta, dada la polarización y la radicalización de los sectores ambientalistas afines al gobierno nacional, despierta un enconado debate, Cabal la defiende con pragmatismo: «el crimen no espera, y estas regiones no pueden seguir siendo rehenes».
La firmeza a través de la Fuerza Pública es otro pilar de su propuesta y visión de país. Cabal está convencida que el problema tiene que atacarse desde los hilos invisibles del negocio: los químicos que llegan a puertos legales y las fortunas que se blanquean en ciudades lejanas.
“Desmantelamiento de los precursores químicos del narcotráfico, con operativos de inteligencia para identificar y destruir las redes de distribución de insumos como permanganato de potasio, ácido sulfúrico y acetona, que permiten la producción de cocaína”, esbozó Cabal.
También plantea para este fin, la creación de batallones especializados para proteger a quienes erradican en el Catatumbo y evitar que la coca rebrote en la Sierra Nevada. «Sin un Estado que se haga sentir, no hay solución a la vista«, sostiene la precandidata presidencial, evocando los años de la Seguridad Democrática, cuando la aspersión redujo los cultivos un 62 %.
Aunque un sector de la opinión pública cuestiona su enfoque militar y guerrerista, dada la realidad del país y el avance significativo de todas las estructuras criminales tanto en el campo, como en las ciudades, este puede ser la base para restablecer el orden público que parece desdibujado completamente.
Inversión para que el campo viva de su trabajo
Junto con estas iniciativas de seguridad, Cabal propone avanzar en la consolidación de la ruralidad como el eje del desarrollo de las regiones y a su vez, del país. En ese sentido, plantea que en regiones donde la coca paga más que el café, se deben ofrecer créditos blandos, títulos de tierra y alianzas con empresas que abran mercados a productos legales. «No es caridad, es inversión para que el campo viva de su trabajo, no del crimen», comenta la líder de la oposición.
La propuesta también tiene una mirada global, pues, sabe que el narcotráfico es uno de los problemas por los que debe responder Colombia como Nación, habida cuenta de los volúmenes que se incautan, por ejemplo, en Estados Unidos, donde en 2022 fueron decomisadas 1.738 toneladas de cocaína nacional.
Finalmente, Cabal arremete contra la política de seguridad del presidente Gustavo Petro, la cual, desde su perspectiva no solo ha sido deficiente, sino complaciente con las estructuras criminales.
“El narcotráfico es la raíz del terrorismo en Colombia. Sin erradicación efectiva y persecución financiera, la violencia nunca terminará. La ‘paz total’ es una farsa si el Estado no combate con firmeza el crimen organizado”, puntualizó la precandidata presidencial y líder de la oposición.