Al exministro de Ambiente le pareció “prematuro” el Acuerdo de compra de tierras firmado entre Fedegán y el Gobierno Nacional. Sin embargo, consideró que este acercamiento “va en la dirección correcta frente a la reforma agraria”.
José Félix Lafaurie “puede desenvolverse como articulador adicional de otras materias representativas de los gremios en general y los aportes de la empresa privada en los diálogos” con el ELN. Así destacó el exministro de Ambiente, Juan Gabriel Uribe, la participación del presidente ejecutivo de Fedegán en la mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional.
El exfuncionario añadió que le pareció prematuro el acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), “pero va en la dirección correcta frente a la reforma agraria”.
“Por supuesto, hay un abismo entre una reforma soportada en la expropiación y otra en la concertación. Esta segunda vía adoptada en el acuerdo entre el Gobierno y Fedegán es la ideal si en realidad se quiere llegar a buen puerto”, manifestó Uribe.
¿Cómo ha visto la participación de José Felix Lafaurie en la mesa de diálogo con el ELN?
Pues todavía es prematuro decirlo. Pero ya la sola representación de los sectores económicos, comenzando por el importante gremio ganadero, le da un alcance fundamental en la mesa. Quiero decir, en ese sentido, que su participación no solo tiene esa connotación ganadera inmediata, sino que puede desenvolverse como articulador adicional de otras materias representativas de los gremios en general y los aportes de la empresa privada en los diálogos.
¿Será que esta vez sí se logrará llegar a un acuerdo con esa guerrilla?
A decir verdad, me parece un proceso bajo circunstancias políticas, militares, económicas e internacionales nuevas. En consecuencia, no es necesariamente comparable con los esfuerzos anteriores. Si bien puede haber un hilo conductor sobre los temas del conflicto, el acumulado del ELN en tantas décadas, siendo además la guerrilla supérstite en Colombia, también la más antigua de la America Latina, con los mandos indemnes y avanzando en duras confrontaciones colaterales a las del Estado colombiano, aún en Venezuela, pues hace presumir un proceso complejo.
Pero es una oportunidad de oro con un gobierno de izquierda.
Se han dado cambios con las expectativas de un primer gobierno proclamado de izquierda en el país. Eso puede llevar a coincidencias o discrepancias. Inclusive, como ya se insinúa, frente a si se está ante un proceso de paz bilateral o uno de pacificación multilateral, con actores radicalmente opuestos. Y de esto dependen las características del cese al fuego y, en general, del armisticio hasta su faceta final. Primero, entonces hay que fijar, además de los mojones legales, la naturaleza del proceso.
Por lo pronto, se ha anticipado que el método a seguir consistiría en una suma de acuerdos políticos parciales, de vigencia inmediata y con insumos de la sociedad civil, para ir dándole piso, de antemano, al Acuerdo Final. Que entonces más bien haría las veces de un Acuerdo Síntesis, por decirlo así, con la conclusión del armisticio, formalizando la paz, lo cual es inédito en el país. Para algunos eso podría significar un cogobierno en el lapso, incluso ilegítimo. Un periodo además incierto. Para otros en cambio sería la salida para ir concretando el proceso en vez de diferirlo a unas pocas curules inanes en el Congreso, como sucedió con las Farc. De hecho, el ELN siempre se ha caracterizado por diferenciar su insignia, de modo que podría estar pensando, no solo en un proceso diferente a la de las Farc, sino al del M-19 y el EPL.
En este orden de ideas, tal vez su pregunta puede ser un tanto prematura, con tantas variables aún por definir. Lo que sí le puedo decir es que la paz no es un simple anuncio, ni debe quedar sometida a un trino. A veces el voluntarismo es el peor enemigo de la voluntad de paz real. No por mucho madrugar amanece más temprano.
¿Qué mensaje le deja al país ese apoyo al proceso de paz del presidente de Fedegan, José Félix Lafaurie?
Pues en desarrollo de lo ya dicho, puedo agregarle que no solo se trata de un mensaje, ya que eso sería recortar las posibilidades y los alcances. Desde luego, cualquier función atinente debe estar adscrita al jefe negociador y el comisionado de paz, en caso de que no haya interlocución directa con el presidente de la República. Ademas, ese tipo de actividades suelen estar amparadas formalmente por el secreto de Estado, dadas las sensibles condiciones del tema. Pero si la idea es producir una intervención decisiva de la sociedad civil, pues a más de la representación de los ganaderos, ya de por sí fundamental, la esfera de la acción seguramente será mucho mas extendida para darle la mayor cantidad de legitimidad posible y la máxima cobertura al diálogo y la negociación.
En esa dirección, tal vez le añadiría que los procesos de paz pueden dividirse en verticales y horizontales. Los verticales solo comprometen a las partes mientras los horizontales implican una amplia participación del conglomerado social, en vez de someterse, por ejemplo, a fallidos plebiscitos, al respecto, como en Colombia y Guatemala. A mi juicio lo que se pretende es una mezcla de los dos componentes (verticales y horizontales). Y en esto último, claro, la labor de incorporar al proceso a sectores industriales, comerciales y agrícolas, además de los adicionales que pueda aglutinar Acopi, entraña un reto enorme liderado por Fedegan.
¿Qué opina sobre el respaldo de la ONU al acuerdo entre Fedegán y el Gobierno Nacional?
En cierta medida me pareció prematuro, pero va en la dirección correcta frente a la reforma agraria. Por supuesto, hay un abismo entre una reforma soportada en la expropiación y otra en la concertación. Esta segunda vía adoptada en el acuerdo entre el Gobierno y Fedegán es la ideal si en realidad se quiere llegar a buen puerto. Pero desde luego no se trata solo de comprar y otorgar unas tierras, sino de garantizar el entorno productivo y vital de los campesinos.
Todavía más, basta ver lo que está sucediendo con el desabastecimiento de alimentos en el mundo, por la guerra de Ucrania, para decir que Colombia debería profundizar sobremanera su vocación agrícola y ganadera. Señalar un propósito nacional en ese sentido. Atreverse, por ejemplo, a crear un sistema compartido para desarrollar la altillanura: seis millones de hectáreas agrícolas y ganaderas, y cuatro de amparo ambiental en la Orinoquia, todo dentro del desarrollo sostenible. Volvernos en verdad una de las despensas alimentarias del mundo. En eso nos podría ayudar mucho la ONU. Ojalá tanto Fedegán, como la SAC, se metieran con el gobierno en un propósito de este tipo establecido en el Plan Nacional de Desarrollo.
¿Qué opina sobre la respuesta del ELN al Gobierno Nacional acerca del cese al fuego?
Me pareció elemental. Me sorprendió desde el principio que el Gobierno, por un pálpito de Año Nuevo, no tuviera en cuenta esa regla mínima de que para bailar se necesitan dos. Por cosas mucho menores, como no incluir a Gabino en la mesa de negociación anterior se estancó y después se vino a pique el incipiente proceso con Duque con consecuencias tan dramáticas, imagínese lo que puede ser dar por descontado un cese al fuego no pactado. Digamos que todo partió de una ingenuidad o un desconocimiento que pudo resultar a la larga muy costoso. Y que se dejó como un simple episodio de aprendizaje.
Y finalmente, ¿cree que en el segundo ciclo de los diálogos se va a avanzar en el cese al fuego bilateral?
Depende de lo que llame avances. Como ahora se reparten ceses al fuego como descartando naipes y sin los protocolos debidos puede ocurrir cualquier cosa. Lo que más bien podrían llamarse treguas. También puede ser que retomen el hilo del cese de fuegos del gobierno Santos, pero hoy las circunstancias son otras. Pero sí creo que entrarán a evaluar las realidades territoriales de la guerra, sus diferentes factores e incidencias, y con base en ello entrar a revisar los múltiples elementos y protocolos que debe contener un cese al fuego coherente y con solidez hacia el futuro.