La ONU, lejos de pedir la reducción del consumo de carne debería solicitarle al mundo que lo aumente

ONU cambia sorpresivamente su discurso y luego de considerar a la ganadería como la principal actividad de la seguridad alimentaria, ahora la considera culpable de la huella de carbono.

La Organización de las Naciones Unidas llegó a la COP28 hablando lo contrario a todo su discurso y dejó impávido a los asistentes con la propuesta de que se reduzca el consumo de carne poque afecta el medio ambiente, cuando existen más de mil millones de personas en el mundo con desnutrición y, algo aún de mayor preocupación, siempre ha considerado a la ganadería como una actividad primordial para el desarrollo alimentario global.

La contradicción es ampliamente notable pues en diferentes publicaciones de la FAO, que cualquier persona puede encontrar solo escribiendo en Google “FAO Ganadería”, esta entidad multilateral destaca a la ganadería como “factor clave para el desarrollo sostenible en la agricultura”, y hace énfasis en cómo “contribuye a la seguridad alimentaria, la nutrición, el alivio de la pobreza y el crecimiento económico”.

De hecho, establece soluciones ganaderas para combatir el cambio climático como son: el mejoramiento de la productividad para reducir emisiones, el secuestro de carbono, y la integración ganadera con la bioeconomía circular; las cuales fueron definidas para la COP23.

Así se desprende de la última columna de opinión de Óscar Cubillos Pedraza, director de Estudios Económicos de Fedegán-FNG que titula incluso con un mensaje contundente a este hecho ¿La ONU no come carne?

Ante esta situación el economista se pregunta -como debe sucederles a muchos estudiosos del tema- “Entonces ¿por qué ahora habla de reducir el consumo de carne? Y reflexiona al respecto “No quisiera pensar que la ONU busca impulsar el consumo de procesados, ultraprocesados y azucarados, productos que son patrocinados por grandes multinacionales, que al fin y al cabo son grandes chequeras. ¿usted qué piensa?”.

Resalta además que va en contravía de la evolución de la población ya que “mientras el hato ganadero del mundo ha tenido un crecimiento del 0,8 % promedio anual desde 1960, la población humana lo ha hecho en 1,6 % anual en el mismo horizonte, es decir, el doble”.

¿En dónde está la huella de carbono?

De la columna de opinión se percibe un llamado a identificar en dónde está realmente la huella de carbono. Indica que los deseos de la sociedad por consumir autos, y en consecuencia combustibles; nuevas modas textiles; tecnologías que requieren plásticos desde la industria de hidrocarburos; así como minerales para la creación de baterías, con graves impactos ambientales, y demás hábitos modernos; generan una gran huella de carbono, pero para la ONU, la culpa es de la vaca.

Cubillos estima que mientras que el hato bovino es de 1529 millones de cabezas en el mundo, hoy circulan unos 1446 millones de vehículos (autos, camiones, autobuses), 602 millones de motocicletas y unos 320.000 aviones en operación, pero para la ONU, la culpa es de la vaca.

Reitera que los bovinos emiten GEI, eso no se pone en duda, pero capturan proporcionalmente más que el resto de las economías.

Esfuerzos de mitigación GEI

Resalta que “Ve al sector ganadero haciendo grandes esfuerzos de mitigación y de captura GEI a través de sistemas silvopastoriles, agroforestales, ganadería regenerativa sostenible y diferentes modelos. De hecho, en ganadería bovina estas estructuras permiten capturar más de lo que se emite, logrando un saldo positivo. Al contrario, otros sectores solo emiten y sus esfuerzos por la captura terminan dando un saldo negativo”.

Reiteró que justamente se trabaja en mejorar la calidad de los combustibles pero en Colombia se evita el Gas natural o los biocombustibles, pero aunque este último compite con la producción de alimentos para su elaboración (maíz, remolacha, papa, caña), de esto la ONU no habla.

Al contrario, la ganadería bovina termina convirtiendo los pastos -algo que en nada es útil para la alimentación humana- en proteína, bien sea carne o leche, a diferencia de los mismos combustibles o de otros tipos de carne que requieren grandes volúmenes de alimento balanceado, elaborado a partir de maíz u otros granos para su producción.

Así las cosas, la ONU lejos de pedir la reducción del consumo de carne debería solicitarle al mundo que lo aumente; claro desde sistemas sostenibles ganaderos, pues hoy día en el mundo casi mil millones de personas viven con problemas de desnutrición, y la carne roja es la única con propiedades para crecer y tener un desarrollo físico y motriz adecuado.