El banco de inversión advierte que la política fiscal del país entra en una fase de mayor desequilibrio, con proyecciones de déficit primario de hasta -3% del PIB en 2025 y presión sobre el financiamiento. El gasto crece más rápido que los ingresos y el presupuesto de 2026 refuerza un sesgo pro-cíclico en plena coyuntura electoral.
Colombia enfrenta un panorama fiscal más complejo de lo previsto para 2025 y 2026, según el más reciente análisis del banco de inversión J.P. Morgan. El informe, con corte al 14 de agosto, señala que el país combina un crecimiento acelerado del gasto con una desaceleración en el recaudo tributario, lo que amplía el déficit y tensiona las necesidades de financiamiento.
De acuerdo con las proyecciones de la entidad, el déficit primario podría cerrar 2025 en -3% del PIB y 2026 en -2,5%, cifras que superan los cálculos oficiales. “Las presiones de gasto y los menores ingresos de lo esperado nos llevan a estimar un déficit más amplio, con riesgos inclinados hacia un mayor desequilibrio”, advierte el documento.
La ejecución presupuestal muestra un incremento del gasto primario real de 8,6% interanual, alcanzando un 44,6% de ejecución del presupuesto a mayo, un ritmo más acelerado que en los últimos dos años. Sin embargo, el rezago presupuestal —recursos comprometidos pero no ejecutados— ya llega al 2,8% del PIB y podría crecer en lo que resta del año, lo que anticipa un efecto acumulado en 2026.
Casi la mitad de ese atraso corresponde a gasto corriente, lo que limita el margen de maniobra del Gobierno. “El proyecto de Ley de Presupuesto 2026 introduce un sesgo pro-cíclico que podría amplificar las vulnerabilidades macroeconómicas, especialmente en un contexto de proximidad electoral”, subraya el informe.
El diagnóstico también advierte sobre las implicaciones para el sector privado. Con necesidades de financiamiento cercanas al 9,8% del PIB en 2026, el Tesoro competiría con empresas y hogares por recursos, lo que podría presionar las tasas de interés y restringir la capacidad del Banco de la República para reducirlas.
En materia de ingresos, J.P. Morgan prevé que la meta de recaudo será difícil de cumplir. Los ingresos estimados para 2026 se fijan en 18,6% del PIB, apoyados en una reforma tributaria que generaría 1,2% del PIB adicional, pero cuya aprobación es incierta. “La probabilidad de éxito legislativo es baja debido al ambiente político y la cercanía de las elecciones”, se lee en el análisis.
La combinación de mayor gasto, menor ingreso y rezagos en la ejecución plantea un reto doble: preservar la sostenibilidad fiscal y mantener la confianza de los mercados. El banco enfatiza que la disciplina en la política fiscal será determinante para evitar un deterioro mayor en la calificación de riesgo y en el acceso a financiamiento externo.
Finalmente, el informe concluye que la orientación fiscal actual exige un debate más amplio sobre el papel del gasto público en la reactivación económica y la necesidad de medidas estructurales que fortalezcan la base tributaria sin frenar el crecimiento.