La directora de Fundación Colombia Ganadera -Fundagán- se reunió con el vicepresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para socializar el trabajo en defensa de los productores afectados por la guerra.
Con el firme objetivo de reivindicar a la ganadería que durante años fue víctima del conflicto armado y, además, ha sido injustamente señalada, Fundagán continúa su participación en la edición 53 de la Asamblea General de la OEA en la ciudad de Washington, Estados Unidos.
Nataly Delgado Pinzón, directora ejecutiva de la Fundación Colombia Ganadera (Fundagán), es quien encabeza esta campaña internacional de desestigmatización del sector ganadero y dignificación de las más de 10.000 víctimas de la guerra que pertenecen a este sector y que sufrieron hechos violentos como asesinatos, secuestros, extorsiones, desapariciones y desplazamientos.
El papel de Fundagán
Durante su segundo día de participación en la asamblea 53 de la Organización de los Estados Americanos, la directora de Fundagán se reunió con Paulina Corominas, secretaria para la Sociedad Civil de la OEA, así como con Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot y Pablo Saavedra Alessandri, vicepresidente y secretario ejecutivo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, respectivamente, con quienes socializó el trabajo que ha venido desarrollando la institución como el acompañamiento jurídico gratuito para lograr la acreditación de ganaderos en calidad de víctima ante la Jurisdicción Especial para la Paz- JEP- y lograr una reparación integral.
José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos, destacó el papel de Fundagán en la investigación y visibilización de las víctimas ganaderas en todo el país a través de rigurosos trabajos académicos compilados en el informe “Acabar con el Olvido” que contiene los crudos relatos sobre cómo la guerra afectó las vidas personales, familiares y laborales de productores ganaderos.
Ayer, este documento fue entregado al secretario general de la OEA, Luis Almagro. Hoy, la señora Delgado Pinzón lo entregó a la biblioteca de Corte Interamericana de Derechos Humanos.
