En lugar de asumir obligaciones como ministra de Igualdad y Equidad, Francia Márquez responsabilizó a todo el aparato estatal de la violencia hacia las mujeres y personas diversas.
La vicepresidenta y ministra de Igualdad y Equidad, Francia Márquez, hizo un llamado a la articulación del Estado para combatir las violencias basadas en género en Colombia, señalando la profunda raíz machista y patriarcal que alimenta feminicidios y agresiones sistemáticas.
Sin embargo, este discurso se ve empañado por la falta de ejecución del presupuesto destinado a su ministerio, un hecho que plantea serias dudas sobre su compromiso real con la causa.
Durante su intervención en un panel de género, en el marco de las sesiones de la XXXVII Asamblea de las Entidades Fiscalizadoras Superiores de los países de América del Sur (Efsur), Márquez enfatizó la urgencia de abordar la violencia de género, especialmente en un país donde cualquier mujer, o persona con identidad sexual diversa, puede ser víctima en cualquier esquina.
A pesar de la gravedad de la situación, la inacción de su administración deja entrever un cinismo preocupante. La falta de estrategias concretas para enfrentar esta problemática genera escepticismo en la sociedad, que espera medidas efectivas y no solo palabras.
Las mujeres, especialmente en zonas rurales afectadas por el conflicto armado, continúan siendo las más vulnerables, pero las promesas de la vicepresidenta se sienten vacías ante la parálisis en la implementación de políticas a pesar de contar con un generoso presupuesto para hacerlo.
En un momento crítico, la falta de acciones tangibles para destinar el presupuesto a medidas de protección y prevención es una muestra de cómo la retórica puede chocar con la realidad.
La sociedad espera que la ministra no solo hable de la necesidad de cambiar un sistema injusto, sino que también tome decisiones audaces que reflejen su compromiso y que, finalmente, traduzcan sus palabras en acciones que garanticen la seguridad y el bienestar de las mujeres en todo el país.