Foro Madrid condena de la manera más categórica la violencia ejercida por quienes asaltaron el Palacio de Planalto en Brasilia, a la vez que denuncia la doble moral de los mandatarios y las organizaciones progresistas, que salieron de inmediato a apoyar a Lula da Silva, pero que guardan silencio frente a episodios similares en otras naciones.
¿Con qué legitimidad pueden Gustavo Petro y Gabriel Boric reclamar por la violencia en Brasil, si fueron ellos los principales instigadores de las protestas vandálicas en Chile (2018) y Colombia (2021), y no contentos con ello, indultaron a los responsables? ¿Cómo puede Pedro Sánchez solidarizarse con Lula; si actualmente gobierna con quienes intentaron sitiar el Congreso español si indultó a los golpistas y ha cambiado la legislación española de modo que episodios como el ocurrido en Brasil serían calificados de ‘desorden público’?
El Foro de São Paulo, el Grupo de Puebla y la Internacional Progresista, que hoy apoyan incondicionalmente a Lula, aplauden el vandalismo en Perú, instigado por Evo Morales, y celebran la feroz represión del régimen boliviano en contra de Santa Cruz de la Sierra. Se trata de una condición intrínseca de la izquierda: su doble moral. Cuando las circunstancias les favorecen, las aplauden; pero cuando contrarían sus intereses, las condenan.
A diferencia de la izquierda, quienes defendemos la democracia y las libertades, mantenemos un solo criterio: que la violencia no se justifica en ninguna circunstancia, ni cuando asaltan el Palacio de Planalto, ni cuando incendian el Metro de Santiago de Chile o cuando la Primera Línea destruye la ciudad de Cali.
Si el Foro de São Paulo -fundado por Lula da Silva- el Grupo de Puebla, la Internacional Progresista y los mandatarios izquierdistas quieren defender la democracia en Brasil, entonces deben, en primer lugar, condenar con firmeza las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. De lo contrario, y en segundo lugar, disolverse para poner fin a la violencia constante que promueven y el amparo que prestan a los regímenes de carácter totalitario o dictatorial. De lo contrario, dichas organizaciones y sus integrantes quedan totalmente desautorizados a la par que reafirman su complicidad con toda forma de violencia.