El presidente ejecutivo de Fedegán afirmó que “la extorsión y la zozobra de la inseguridad en campos y ciudades vuelven a amenazar al país, que atraviesa por un momento confuso en el ámbito trascendental de la Paz Total”.
Señales de paz pidió José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de Fedegán e integrante del equipo negociador del gobierno con el ELN, a los grupos subversivos que en los últimos meses han anunciado su aparente interés en iniciar diálogos con el fin de dejar las armas.
Sin embargo, a pesar de esas declaraciones, mesiánicas todas, dice el dirigente gremial que persisten los ataques del Ejército de Liberación Nacional, Iván Mordisco (que no se considera disidencia sino Farc) y la Segunda Marquetalia a la Fuerza Pública y los hostigamientos a la población “derivados de sus economías ilícitas, en un escenario violento al que se suman el Clan del Golfo, una veintena de bandas medianas y centenares de bandas urbanas de microtráfico, además de la acción envalentonada y creciente de las Guardias Campesinas, moviéndose en el límite del Código Penal y, como si fuera poco, los enfrentamientos armados entre unos y otros”.
En su columna semanal, el alto ejecutivo citó la denuncia que hizo recientemente el diputado de la Asamblea de Caquetá, Wílder López, durante un consejo de seguridad con el gobernador. Sostuvo que en los municipios de San Cayetano y Puerto Rico fueron citados por las “Farc – EP Segunda Marquetalia”, cerca de ¡cien ganaderos!, obligados a pagar vacuna a ese grupo narcoterrorista.
Cobran por cabeza de ganado
Y añadió que están cobrando por cabeza de ganado, por hectárea, por kilo de queso y por litro de leche. “Si quiere, multiplique por dos, pues otros grupos ilegales, haciéndose pasar por la Segunda Marquetalia, también están cobrando. ¿A quién pagarle?, ¿cuál es la verdadera?”, agregó.
Para el dirigente gremial, este escenario de confusión tiene como telón de fondo el Acuerdo con las Farc para “una paz estable y duradera” que nunca llegó, en tanto que el Acuerdo quedó colgado a la Constitución por la puerta de atrás y su cumplimiento es bandera del actual gobierno.
“Frente a la línea base del Acuerdo del Teatro Colón, el ELN ni lo desconoce ni lo reconoce. Para Pablo Beltrán fue un acuerdo entre ‘cúpulas’ para lograr reivindicaciones políticas y beneficios; un acuerdo a espaldas de la sociedad, cuya participación, por el contrario, es el eje de las actuales negociaciones”, dijo.
Maremágnum de violencias
Explicó que para el Estado Mayor Central de alias Mordisco, en guerra con el ELN y enemigo de la Segunda Marquetalia -a la que acusa de alianzas paramilitares-, el Acuerdo ni siquiera existió. De hecho, no se consideran “disidencias”, porque ellos son las Farc y, por tanto, en una negociación empezarían de ceros.
Lafaurie Rivera manifestó que la Segunda Marquetalia, por su parte, es enemiga acérrima del EMC -al parecer Mordisco mandó matar a Márquez-, pero defensora del Acuerdo, del cual este último fue jefe negociador. Sin embargo, tras la muerte de Santrich, El Paisa y Romaña, y con Márquez fuera de escena, se muestra acéfala y debilitada.
“En este maremágnum de violencias cruzadas y frente al eventual rompecabezas de tres procesos simultáneos con grupos, a cuál más dogmáticos, recalcitrantes y permeados por el narcotráfico, percibo que el ELN, cuyo proceso de negociación tiene vocación de “locomotora” de la Paz Total, podría convertir la encrucijada en oportunidad y tomar la delantera, si se decide a ofrecerle al país lo que a gritos le está pidiendo: ¡señales de paz!”, indicó.
Y reiteró su propuesta de hace unas semanas: un piloto regional de cese de hostilidades, es decir, de sus actividades ilícitas en una de sus zonas de influencia, con mecanismos de verificación y con la presencia integral del Estado, que siempre ha faltado para copar los espacios con inversión social, sería una señal de paz para el país. ¿Será que la sensatez regresa a la Mesa?
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