POR: ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
El punto más alto de la estrecha y bicentenaria relación diplomática y de amistad colombo-norteamericana se evidenció con la designación de Colombia como aliado estratégico de EE. UU. no miembro de la OTAN en mayo pasado. El presidente estadounidense, Joe Biden -de gran popularidad en Colombia, según la última encuesta de Invamer- plasmó en un memorando oficial que hacía “esta designación en reconocimiento a la importancia de la relación entre USA y Colombia, y las contribuciones cruciales de Colombia a la seguridad regional e internacional”.
Desde el inicio del proceso de elección presidencial en Colombia, la diplomacia norteamericana se ha acercado desde todos los flancos para conocer y comprender de primera mano la orientación política del nuevo gobierno del presidente Gustavo Petro.
Las sesiones exploratorias comenzaron con el asesor principal de la Casa Blanca para el hemisferio occidental, Juan González, y el principal asesor adjunto de seguridad nacional de EE. UU., Jonathan Finer, quienes se reunieron con el entonces presidente electo y varios miembros del gobierno entrante. Desde la toma de posesión presidencial el 7 de agosto, sobresale por su trascendencia diplomática, la visita oficial del secretario de Estado norteamericano, Antony J. Blinken, quien ratificó que “Colombia seguía siendo un socio estratégico esencial…con firmes lazos económicos y culturales”. Blinken reiteró que EE. UU. apoya “el énfasis regional para abordar la migración irregular”, “un enfoque holístico de la lucha contra los narcóticos y la reducción integrada de la oferta de drogas” y “la aspiración del presidente Petro y del pueblo colombiano de lograr la paz en Colombia”.
El director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, Rahul Gupta, dijo después de una reunión con el presidente Petro, que “la política antidrogas del Gobierno del presidente Joe Biden es holística y de responsabilidad compartida, incluyendo temas de salud pública, desarrollo, medio ambiente, servicios estatales y seguridad”.
Resulta razonable la preocupación existente en Washington por los cambios de la agenda bilateral propuestos por el gobierno Petro en lo que atañe a la extradición condicionada de narcotraficantes, los destemplados anuncios sobre el “fracaso de la lucha contra las drogas”, las absurdas ideas gubernamentales que buscan “legalizar y gravar la cocaína”, la insensata recriminación contra EE. UU. por supuestamente “arruinar las economías del mundo” y promover la devaluación.
Desconcierta también lo ocurrido en la reunión en la Casa de Nariño del presidente Petro con el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Joseph Burns, sobre la cual el presidente trinó que “hace unas décadas quizás seríamos enemigos, hoy le regalo una hamaca y una bolsa de panela”.
Los anuncios y trinos de la administración Petro reflejan la pérdida de rumbo de la política internacional y la entronización de una orientación ideológica antinorteamericana, sentimiento que no es compartido por la inmensa mayoría de los colombianos.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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