El ELN insiste en torpedear la Mesa y traicionar así la esperanza de los colombianos: Lafaurie

El negociador de paz del gobierno en los diálogos con el ELN y presidente ejecutivo de Fedegán, José Félix Lafaurie Rivera, manifestó de manera contundente que “si el ELN no negocia con sensatez y voluntad de paz con un gobierno de izquierda, con ninguno lo hará”.

¿Cuáles deberían ser los derroteros en la próxima ronda de negociaciones con el ELN que se llevará a cabo en Cuba?

Primero, creo que se impone abordar el cese al fuego unilateral, si las negociaciones quieren conservar algo de credibilidad ante la sociedad.

Segundo: el apoyo de esa sociedad está supeditado a que no cesen solamente los enfrentamientos con la Fuerza Pública, sino los hostigamientos a la población: secuestros, extorsión, paros armados, etc.

Tercero: el cese al fuego y de hostilidades, cuando proceda, debe “regionalizarse”, para que sea controlable y genere confianza para avanzar en las transformaciones en los territorios.

Y cuarto: esas transformaciones para cambiarle la vida a “la gente”, que es el objetivo de las negociaciones y de la paz, serán imposibles si el ELN persiste en la lógica del terror.

¿Hay un cortocircuito entre los negociadores del ELN, los frentes en Colombia y su comandante Antonio García?

Tal parece que una cosa es la Mesa de negociación, otra es Antonio García y otra bien diferente son aquellos jefes de los frentes de guerra en las regiones colombianas. Aquí hay unas dualidades que es necesario aclarar.

Antonio García, desde el primer momento ha venido actuando como jefe de la delegación que está en Mesa. Al parecer, es así. Lo que no tenemos claro es la relación de causalidad entre lo que pase en Arauca con el comandante de ese frente de guerra y en el Catatumbo o en el Bajo Calima y la Mesa de diálogo.

En su cuenta de Twitter, Antonio García, primer comandante del ELN, ha venido justificando los ataques de esa guerrilla a la población civil, la infraestructura y la Fuerza Pública. “Aún no existe acuerdo sobre cese el fuego entre el ELN y el Gobierno colombiano… Por tanto, el ELN puede realizar acciones militares, así como las hacen la Policía y las Fuerzas Armadas gubernamentales”, escribió. ¿Cuál es su respuesta?

La Fuerza Pública es legítima y ellos ilegales; la Fuerza Pública defiende a la sociedad de sus atropellos y ellos atropellan a la sociedad que dicen defender. La Fuerza Pública no anda sembrando explosivos en caminos y oleoductos, ni declarando paros armados ni hostigando a la población. Hace pocos días el país conoció espantado el ataque asesino, que no es otra cosa, aunque García quiera llamarlo “acción militar”, que les costó la vida a siete soldados y dos suboficiales.

Así no es. La paz no es solamente el silencio de las armas. Por eso, el cese de la violencia es condición “sine qua non” para la construcción colectiva de la verdadera paz, la del bienestar y las oportunidades para todos.

¿No le parece paradójico que el ELN utilice los diálogos para fortalecerse militarmente y se aproveche indebidamente del llamado del gobierno para hacer la paz?

Esta una negociación que tiene condiciones de tiempo y de modo: si no es ahora, ya no podrá ser. Si el ELN no negocia con sensatez y voluntad de paz con un gobierno de izquierda, con ninguno lo hará.

¿Qué es la “lógica del terror”, tema de su última columna y de otra que publicó hace 10 años?

La lógica del terror es convertir la búsqueda de la paz en una táctica de guerra, en una farsa para legitimar lo que no se puede defender (ataques a la Fuerza Pública, a la infraestructura, desplazamiento de poblaciones, secuestros, etc.) y burlarse de la ciudadanía.

Ese título lo usé en febrero de 2013 cuando las negociaciones con las Farc sufrían su primer tropiezo por el secuestro de dos militares e Iván Márquez le comunicaba al país que ellos tenían derecho a capturar miembros de la Fuerza Pública como ¡prisioneros de guerra!

En 2015, para presionar al Gobierno asesinaron a 11 soldados y cometieron ¡64 atentados terroristas! en tres meses, entre derribamientos de torres de energía, ataques a bases militares y oleoductos, y el derrame de 200.000 galones de petróleo de 23 camiones cisterna. Márquez afirmó entonces que “el conflicto armado no se ha acabado, la guerrilla no ha sido derrotada y por eso los ataques persistirán hasta que firmemos la paz…”.

¿Por qué ese retrovisor hoy en los diálogos con el ELN?

Porque hoy, en medio de las negociaciones con el ELN, de cuya delegación gubernamental hago parte y en las cuales quisiera seguir creyendo, este grupo insurgente insiste en torpedear la Mesa y traicionar así la esperanza de los colombianos, volviendo a la “lógica del terror” como estrategia de negociación, que ya ha utilizado en el pasado. En 2018, concluido un cese de hostilidades acordado, cometió 33 actos terroristas en menos de tres meses, en los que murieron siete soldados y seis policías, y al año siguiente 23 jóvenes murieron en la Escuela General Santander.

¿Y qué opina del trino de la delegación del ELN? “Entendemos el dolor porque lo hemos sentido. Todos los dolores cuentan, son iguales. Son duras las realidades de la guerra, por ello es menester persistir en la construcción de la paz y proseguir en su proceso”.

Se tiene que dar un cese unilateral que lleve acompañado el cese de hostigamientos. Si hay una diferencia frente a lo que se negoció en La Habana, es que aquí las víctimas sí son importantes. Esta es una negociación compleja. Lo que vimos la semana pasada fue una violación al derecho internacional humanitario. El ELN rompió los lineamientos que pusimos en la mesa de dialogo. En consecuencia, deben ser conscientes de que hay un Gobierno que les está brindado la oportunidad de suspender sus actividades subversivas e incorporarse a la vida civil.