Daniel Mejía, profesor de la Universidad de los Andes, documenta un escenario alarmante: 253.000 hectáreas sembradas, producción potencial de 2.600 toneladas y US$15.300 millones en circulación. Con cultivos e inventarios en máximos y una erradicación manual desplomada, advierte riesgos de captura institucional y mayor poder de los grupos criminales si no se cambia la estrategia.
La economía ilegal de la cocaína alcanzó en 2023 una magnitud sin precedentes: de acuerdo con estimaciones del economista Daniel Mejía (Universidad de los Andes), los ingresos asociados al narcotráfico sumaron US$15.300 millones, equivalentes al 4,2% del PIB, superando a las remesas familiares y triplicando la economía cafetera; su escala, agrega, es comparable a la del sector construcción.
Para llegar a esa cifra, el cálculo descuenta incautaciones y utiliza precios de referencia en mercados de destino, principalmente Estados Unidos. Mejía subraya que “restando incautaciones y tomando precios conservadores en venta de cocaína, los ingresos de este mercado llegan a US$15.300 millones, 4,2% del PIB de 2023”. El diferencial frente a las remesas revela un desbalance estructural: capital ilícito que penetra la economía formal, fortalece a las organizaciones criminales y erosiona la capacidad del Estado en los territorios.
El panorama operativo acompaña la foto macro. En los últimos dos años y medio la erradicación manual cayó 93%. En palabras del académico, “prácticamente se acabó el programa de erradicación manual”. Al mismo tiempo, la tasa de incautación bajó de cerca del 43% a alrededor del 28%, pese a que en toneladas absolutas las incautaciones crecieron: la producción potencial subió aún más, por encima de 2.600 toneladas métricas en 2023.
En lo que respecta al área sembrada, esta se sitúa hoy en torno a 253.000 hectáreas. La situación se agrava por la débil ejecución de programas sociales y de sustitución: en varios años no superaron el 15–20% del presupuesto, con periodos de 6–7%. El resultado es una mezcla de menos garrote y poca zanahoria: ni contención efectiva ni alternativas productivas financiadas a escala suficiente.
Según Mejía, el cambio en la concentración de cultivos —con enclaves industriales dominados por grupos armados— exige discutir estrategias focalizadas que combinen control territorial, interdicción eficiente y sustitución financiada y verificable.
La realidad económica es inequívoca: la coca es hoy una fuente mayor de divisas que presiona el sistema financiero con riesgos de lavado, corrupción y distorsión de precios en áreas estratégicas; además, financia expansión criminal, logística y reclutamiento.
El mensaje del académico es que sin un giro integral: presupuesto real para sustitución, métricas de desempeño, coordinación interinstitucional y control de enclaves, el país seguirá cediendo terreno económico e institucional frente a una economía ilegal que ya compite, y en algunos rubros supera, a sectores legales clave.