La actual ministra de Ambiente, Susana Muhamad, también participó en la estructuración de un programa de relaciones públicas de Shell orientado a bajarle el perfil a los asesinatos de varios líderes ambientalistas en Nigeria que denunciaban la contaminación que dejaba la exploración y explotación de hidrocarburos en sus pueblos.
Mucho antes de ocupar un cargo importante en la Alcaldía de Bogotá, quemarse en las elecciones legislativas en la lista al Senado del Mais, elegirse concejal de la capital del país por Colombia Humana y ser designada como ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad estuvo vinculada con la multinacional petrolera Shell, participando en la consultoría y gestión de proyectos que distan mucho de las banderas que hoy enarbola y el discurso que viene promoviendo en contra de la exploración y explotación de hidrocarburos.
En su hoja de vida colgada en la red social Linkedin, Susana Muhamad detalla que tuvo una primera vinculación con la petrolera en desde septiembre de 2003 a mayo de 2004. De acuerdo con la información que acompaña ese hito laboral, explica que figuró ese tiempo como ‘Analista de Garantía de Principios Empresariales’.
“Participé en la investigación de las mejores prácticas y las limitaciones a la implementación de los derechos humanos para las empresas como parte del desarrollo de la Herramienta de Evaluación de Derechos Humanos”, se lee.
Haciendo carrera en Shell
La vinculación de Muhamad a la multinacional y los proyectos que dice desarrolló, se dan en el marco de un plan de manejo de crisis por cuenta del complicado proceso judicial que en ese momento afrontaba la empresa anglo-holandesa. Según el diario El País de España, la denuncia que dio origen a la disputa que fue trasladada hasta el Tribunal de Distrito de Manhattan en Nueva York, “acusaba a Shell de apoyar violaciones de los derechos humanos en Níger y, entre otros delitos, vinculaba a la petrolera con la muerte de Ken Saro-Wiwa y otros ocho opositores al Gobierno militar en 1995”.
Esta trágica historia se remonta a finales de los años 50 con la llegada de la multinacional petrolera Shell al delta del río Níger, auspiciada, obviamente por elementos del gobierno de Nigeria. Como ocurriera en muchos lugares del Mundo en ese entonces, la exploración y explotación de hidrocarburos trajo consigo una sostenida contaminación que devastó a las comunidades locales. Preocupados por el panorama “una de esas comunidades, el pueblo Ogoni, lanzó un movimiento de protesta en la década de 1990 que las fuerzas de seguridad del gobierno aprovecharon cada oportunidad para aplastar. Shell instó al gobierno a hacer frente a estas protestas, incluso después de saber que se estaban cometiendo graves abusos”, precisa Amnistía Internacional.
Esta organización internacional de defensa de los Derechos Humanos ha jugado un papel fundamental en este asunto, pues ha documentado de forma independiente el papel desempeñado por Shell en los homicidios, violaciones y torturas perpetrados por el gobierno nigeriano para aplastar las mencionadas protestas. “Barinem Kiobel, Baribor Bera, Nordu Eawo y Paul Levula fueron ahorcados en 1995 tras un juicio manifiestamente injusto. Junto con ellos, fueron ejecutados otros cinco hombres, entre los que figuraba el líder de las protestas y escritor Ken Saro-Wiwa. Se los conoce colectivamente como ‘Los nueve Ogonis’”, detalla la ONG en uno de sus informes sobre el asunto.
Así mismo, relata que Esther Kiobel, viuda de uno de los ejecutados en 1995, presentó una demanda contra Shell en Nueva York en el año 2002, pero en 2013, once años después de dicha presentación, la Corte Suprema resolvió que Estados Unidos no era competente para conocer del asunto. Puede decirse, en atención a todos los elementos que hemos mostrado, que en 2003 cuando ingresó a la petrolera, Susana Muhamad conocía no solo de los efectos nocivos en el medio ambiente de las operaciones de la empresa a la que estaba vinculada, los líos judiciales que enfrentaba, sino también que su trabajo, sería justamente, bajarle el perfil a esa situación.
Gestionando gas para el régimen de Irán
Mientras Susana Muhamad ascendía y recorría varios países de África haciendo estudios sociales y demás que pudieran servir para favorecer a la petrolera, las viudas de ‘Los Nueve Ogonis’ daban tumbos de aquí para allá reclamando justicia sin tener eco ni éxito, deseando encontrarse a la aguerrida ambientalista y defensora de derechos humanos que es hoy la otrora consultora de Shell.
Los siguientes 4 años y 5 meses, es decir, desde febrero de 2004 hasta febrero de 2009, la hoy ministra de Medio Ambiente estuvo vinculada como consultora en Desarrollo Sostenible. Como aparece en la hoja de vida, su función principal, fue “Consultar a empresas de Shell de todo el mundo sobre cómo implementar los estándares y procesos sociales y ambientales en el desarrollo de proyectos de capital”.
Además, que participó en la ejecución de un proyecto de innovación llamado «Game Changer» que consistía básicamente, aunque parezca hoy asunto de risa, “desarrollar una manera de crear proyectos de gas y petróleo más integrados en el contexto político, social y ambiental local”. Informa también, que “como resultado de 3 años de investigación aplicada y proyectos piloto sobre el diálogo entre múltiples partes interesadas, se creó un proyecto de 30 millones de dólares para implementar 8 proyectos de Shell en todo el mundo”.
Igualmente, resalta que hizo parte del grupo que brindó “Asistencia a la coordinación de un proceso de evaluación del impacto ambiental, social y sanitario para el desarrollo de una planta de gas en el Irán y un proceso de selección de emplazamientos para una planta de gas en Nigeria”.
Una nota titulada Ministra de medio ambiente de Colombia participó en proyecto gasífero con petrolera Shell en Irán, publicada el pasado 9 de octubre por el medio El American, asegura que “más ilustrativa que la hoja de vida de Muhamad resulta su tesis para optar por el título de magister en filosofía en Desarrollo, Planeación y Dirección Sostenible de la Universidad de Stellenbosch titulada: La Corporación Global y su Rol como Fuente de Innovación para el Desarrollo Sostenible”. El trabajo en mención, plasma en su totalidad la agenda de sostenibilidad de Shell de la época, reformada luego del escándalo de ‘Los Nueve Ogonis’.
“Como consecuencia del golpe reputacional, Shell se vio obligada a hacer una reforma institucional en 1997 para recuperar la confianza perdida de sus inversionistas” se lee en uno de los apartes del artículo en comento. Aquí es donde entra a jugar un papel determinante el ejercicio académico y administrativo de Susana Muhamad, quien con su tesis de grado busca ‘crear’ un nuevo marco de responsabilidad de a la petrolera, mostrando la “cara más amigable a la compañía e incorporaba el concepto de desarrollo sostenible entre sus principios”, especifica.
Sin embargo, el objetivo de esas ‘nuevas políticas’ de la petrolera que según el programa diseñado por la ministra Muhamad, implicaban “mitigar el impacto ambiental y social de sus operaciones, invertir en biocombustibles, o financiar programas sociales, productivos o ecológicos en las comunidades cercanas a sus proyectos”, no eran más que “estrategias destinadas a recuperar la imagen de Shell ante los inversionistas y las autoridades de Estados Unidos”, se lee en otro de los apartes de la extensa y documentada nota del periodista Juan Felipe Vélez.
Más adelante, se reseña que Muhamad lideró uno de los proyectos bandera del programa ‘Game Changer’: el diseño de una ecoaldea, cuyo primer piloto tuvo que desarrollarse en Qatar por cuenta de las supuestas carencias en infraestructura y servicios públicos de Nigeria. Pero, una vez más, las intenciones esconden una realidad distinta.
La idea inicial cambió sustancialmente luego ‘varios meses de estudio y concertación’ con las comunidades, pues en la tesis se referencia con otro objeto: “Crear un eco-resort de alto perfil para hospedar a los empleados de Shell en el área e inspirar un modelo diferente de desarrollo para el gobierno y comunidades aledañas” y además, expone que ese ‘primer piloto’ en “Qatar consistió en la construcción de un complejo residencial de 800 casas para hospedar al staff de los proyectos de gasíferos y petroleros de la zona en alianza con otro gigante del sector, Exxon Mobil”.
El proyecto o iniciativa en terreno iraní que menciona Susana Muhamad en su hoja de vida, es nada más y nada menos que “un acuerdo de $4,300 millones entre Repsol y Shell con Irán, que se selló en 2007 para desarrollar las etapas 13 y 14 del proyecto gasífero en los yacimientos South Pars, así como la construcción de una planta de gas natural licuado (LNG)”, informa el periódico El American.
Ubicados en el mar del Golfo Pérsico y en territorio compartido por Irán y Qatar, los yacimientos de South Pars poseen las mayores reservas probadas de gas natural del mundo, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA).
“Por años Shell había intentado construir una relación con las autoridades de Irán para poder perforar los jugosos yacimientos del golfo pérsico, el programa de “ecoaldea pesquera” de Susana Muhamad encajaba dentro de esta gran campaña de relaciones públicas entre el conglomerado petrolífero y el régimen de los ayatollahs”, señala el periodista Juan Felipe Vélez.
Si bien la hoy ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible no está vinculada a Shell, hay evidencias documentales suficientes para afirmar que hizo parte del equipo que ajustó la construcción de las refinerías en Irán a ciertas exigencias y parámetros de sustentabilidad.
No entienden pues, muchos analistas políticos nacionales que Susana Muhamad habiendo participado en con la Shell en rondas exploratorias y trabajo de lobby empresarial para llevar a cabo el que es tal vez el proyecto de exploración y explotación de hidrocarburos más grande del mundo, se oponga radicalmente a que Colombia, siendo un país dependiente en gran medida de los hidrocarburos, siga desarrollando la industria.