Disminución en la producción de hidrocarburos traerá consecuencias económicas y sociales

La reciente caída en la producción de petróleo y gas en Colombia advierte un futuro incierto en seguridad energética y presenta serias implicaciones económicas y sociales.

El panorama del sector hidrocarburos colombiano presenta una evidente desaceleración. En 2024, las cifras reportadas por la Cámara Colombiana de Bienes y Servicios de Petróleo, Gas y Energía (Campetrol) subrayan caídas notables tanto en la producción de gas como en la de petróleo, dos pilares fundamentales de la economía nacional.

La producción de gas se redujo significativamente, pasando de un promedio diario de 1.059 millones de pies cúbicos (30 millones de metros cúbicos) en 2023 a 958,5 millones de pies cúbicos (27,2 millones de metros cúbicos) en 2024, lo que representa una disminución del 9,5 %. La caída se agudizó en diciembre de 2024, con una producción diaria de solo 896 millones de pies cúbicos, lo que refleja un descenso del 11,8 % en comparación con el mismo mes del año anterior. Esta reducción generó inquietudes sobre la capacidad del país para asegurar un suministro adecuado de gas, vital tanto para la industria como para la generación de energía.

Futuro incierto y desalentador

La situación del petróleo no es mejor. En diciembre de 2024, Colombia produjo 755.500 barriles de petróleo por día, lo que representa una caída del 4 % en comparación con el mismo mes de 2023. Este descenso en la producción se suma a una tendencia negativa observada durante todo el año, con un leve descenso de un 0,5 % respecto a noviembre de 2024.

Lo alarmante es que esta reducción se ha venido consolidando en los últimos meses, y algunos analistas advierten que la falta de nuevos contratos de exploración y explotación, como lo ha dispuesto el gobierno, podría seguir presionando las cifras hacia abajo, con efectos potencialmente devastadores para las finanzas nacionales.

Uno de los indicadores más preocupantes es la actividad de perforación, que en diciembre de 2024 reportó solo 102 taladros activos en Colombia. De estos, 24 estaban destinados a perforación, mientras que 78 eran para reacondicionamiento de pozos. Esta cifra representa una caída del 12,8 % con respecto al año anterior y refleja una tendencia descendente a largo plazo. Entre 2023 y 2024, la reducción en la actividad de perforación fue alarmante, con una disminución acumulada del 56,4 %, lo que equivale a la salida de 31 equipos de perforación activos en dos años.

Se estima que la caída de la perforación ha provocado la pérdida de alrededor de 17.050 empleos directos e indirectos. Estas cifras preocupan especialmente en regiones donde la actividad petrolera es una fuente clave de trabajo y desarrollo económico.

Preocupa la seguridad energética

A pesar de los esfuerzos por impulsar la transición hacia fuentes de energía renovables, las caídas en la producción de gas y petróleo generan incertidumbre sobre la seguridad energética de Colombia.

El gobierno del presidente Gustavo Petro propuso acelerar esta transición, pero la reducción abrupta de los hidrocarburos genera dudas sobre cómo garantizar un suministro constante y seguro en el corto plazo.

“Si bien el petróleo y el gas tienen un impacto ambiental evidente, su presencia no puede desaparecer de forma abrupta del escenario energético colombiano”, señala el informe de Campetrol. La necesidad de un enfoque gradual y planificado es esencial para asegurar que el país no se vea desbordado por la falta de recursos energéticos mientras transita hacia fuentes más limpias.

Consecuencias económicas y sociales

El impacto económico de la caída en la producción de hidrocarburos es significativo, especialmente en un país cuya economía depende en gran medida de los ingresos derivados del petróleo y gas. Las dificultades para diversificar el suministro energético y una transición aún en desarrollo podrían llevar a una disminución de los ingresos fiscales, lo que pone en riesgo los recursos destinados a programas sociales y proyectos de infraestructura.

Además, la reducción en la actividad de perforación podría afectar el atractivo de Colombia para los inversionistas extranjeros, quienes buscan estabilidad y perspectivas de crecimiento. La incertidumbre sobre el futuro del sector hidrocarburos también pone en entredicho la capacidad del país para mantener un flujo constante de inversiones en energía, lo que podría impactar negativamente el desarrollo de nuevas tecnologías y proyectos de energía renovable.