Por Rafael Nieto Loaiza
Fue un desastre en toda la regla, un destape de las miserias del gobierno, una constatación en vivo y en directo del absoluto fracaso de Petro y la extrema izquierda.
Poco importan las razones por las cuales transmitieron en directo el consejo de ministros. Algunos dicen que pretendía ser un distractor de la tragedia humanitaria del Catatumbo. Otros sostienen que Petro pretendía contener una revuelta interna contra el nombramiento de Benedetti y, menos masiva, contra Laura Sarabia como canciller. Cualquiera fuera el propósito, salió muy mal.
Para empezar, aunque las críticas contra el mal afamado en todo caso se hicieron públicas, Benedetti quedó más atornillado que antes. Petro lo defendió varias veces, incluso comparándolo con Bateman, fundador del M19. Después, mientras se desgranan las renuncias de ministros y funcionarios, el nuevo jefe de gabinete se mantiene impávido. Por su lado, aunque sin defensa presidencial, Sarabia sigue también en su cargo. El impasse dejó claro que los dos son intocables. Le tienen pisado el rabo a Petro. Saben tanto sobre los pecados de la campaña y los de su vida personal que seguirán hasta cuando ellos, no Petro, decidan. Los secretos que conocen son tan graves que destruirían al presidente y lo que queda de su gobierno.
El circo mostró una profunda fractura interna. Entre Petro y su vicepresidente la más honda, pero no la única. También la de los ministros de izquierda extrema con aquellos que hoy controlan a Petro. Y los de aquellos que quisieran ver resultados en la gestión gubernamental y no encuentran ninguno, como la Ministra de Justicia, que se destapó creyendo que no estaban al aire. Petro mismo no tuvo reparo en calificar lo ocurrido como un «ataque caníbal” y dio látigo a los funcionarios que él mismo ha nombrado y que, en todo caso, pese a sus críticas, mantiene en sus cargos. Si son tan malos, y los son, ¿por qué no los cambia? En todo caso la inestabilidad del gabinete es total. En dos años y medio, van 43 ministros. Cambiar estos de ahora, que tampoco sirven, no hará diferencia.
Las divergencias no tienen arreglo porque responden a problemas estructurales de Petro y su gente. En efecto, el insufrible espectáculo mostró que el gobierno no tiene norte ni brújula, que improvisa, que nadie se preocupa por pensar los problemas nacionales, por reflexionar estratégicamente, por buscar soluciones, por argumentar con base en hechos, datos, cifras. Es un caos de charlatanes, ignorantes y mediocres (todos), lambones (como Bolívar,) pusilánimes (como, Dios nos guarde, nada menos que el Ministro de Defensa).