Siete personas fueron capturadas por medio de órdenes judiciales, mientras que una más fue sorprendida en flagrancia quedando a disposición de las autoridades. La banda compraba caballos, reses y burros en mal estado para maximizar sus ingresos, atentando contra la salud humana.
Efectivos de la Sijín Dicar de la Policía Nacional informaron los resultados obtenidos en el marco de una operación denominada “OISEC Troyanos”, la cual tenía como objetivo principal combatir las acciones ilegales encaminadas a la contaminación ambiental y corrupción de alimentos.
La actividad institucional se desarrolló en los departamentos de Boyacá, Huila y en la ciudad de Bogotá, dejando como resultado la captura de siete personas, quienes presuntamente serían integrantes de un Grupo Delincuencial Organizado dedicado al sacrificio ilegal de semoviente.
Mediante diligencias de inspección y allanamiento, efectivos de la dirección de Carabineros y Protección Ambiental, coordinados por Fiscalía 30 Especializada de Medio Ambiente, se pudo comprobar que los integrantes de esta organización delictiva comercializaban productos cárnicos sin contar con los permisos habilitantes para tales fines exigidos por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA).
Videos e imágenes de las diligencias dejan ver que en los mataderos ilegales controlados por este GDO se sacrificaban y procesaban indistintamente caballos, asnos y reses sin el cumplimiento de los estándares sanitarios y fitosanitarios, poniendo en peligro la salud humana.
“Mediante labores investigativas y de inteligencia se logró establecer que este grupo de personas compran animales en malas condiciones a bajo costo, para obtener una mayor rentabilidad en sus ganancias, por lo cual sacrifican estos semovientes en bodegas improvisadas para esta actividad, las cuales no cuentan con las normas técnicas vigentes, posteriormente estos productos son transportados de manera irregular en camiones tipo furgón, sin el manejo adecuado de la cadena de frio, para ser comercializados en las diferentes famas y empresas de embutidos de las ciudades: Bogotá, Bucaramanga, Neiva, Tunja y los municipios del departamento de Boyacá”, precisa el informe operacional de la Sijín Dicar.
Peligro para la salud humana
En el desarrollo de esta investigación y diligencias de inspección y allanamiento además de las 7 capturas materializadas por orden judicial, se logó una captura en flagrancia y la incautación de más de 3000 kilos de carne de caballo, res y burro que iba a inundar los mercados barriales de las ciudades antes mencionadas.
Otro de los aspectos relevantes de la investigación, tiene que ver con los modos y formas de adquirir los animales sacrificados y las rentas que mensualmente producía esta actividad ilegal bastante organizada.
“Este GDCO coordinaría la compra de equinos y bovinos provenientes de Arauca, Cundinamarca, Santander y Casanare, con un costo de compra de entre 100 y 200 mil pesos por animal; sacrificaría 150 animales por semana, comercializando 7500 kilos de carne a un precio de $6700 por kilo en el lugar de sacrificio y $21.000 en mercados, generando ingresos aproximados de $640 millones al mes”, precisa la Sijín Dicar.
Desde la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) aplaudieron el positivo balance entregado por la Sijín Dicar, porque además de neutralizar una potencial amenaza para la salud un número indeterminado de personas este fin de año, envía un mensaje contundente a quienes se dedican a este tipo de actividades.
Explican desde la agremiación que la carne y los productos derivados, comercializados por mataderos clandestinos como este, son un peligro para los consumidores, ya que, para ocultar la descomposición, malos olores, agentes bacterianos y lograr apariencia de frescura, procesan el animal sacrificado en canecas con agua y bisulfito de sodio.
Igualmente, que este tipo de actividades por cuenta de la demanda se ha ido incrementando al punto, que según cifras de Fedegán, los mataderos ilegales sacrificaros y distribuyeron el año pasado más de 1,7 millones de semovientes en las peores condiciones tanto de salubridad como de bienestar animal.
“Diferentes personas y/o grupos aprovechan la necesidad de la población de consumir este tipo de proteína para venderla a través de canales informales con menor precio, pero con menores condiciones de salubridad higiénica, conformándose como una estructura de competencia desleal que pone en riesgo las estructuras formales y productivas de la cadena de valor”, señaló un estudio liberado recientemente por la Oficina de Estudios Económicos de la Fedegán.
Finalmente, teniendo en cuenta que el Consejo Nacional de Cadena Cárnica considera que “el sacrificio clandestino puede estar entre el 40% y 45% del sacrificio formal”, recomiendan a la ciudadanía en general, adquirir sus productos en lugares reconocidos, que den garantías de legalidad y cumplimiento de los estándares sanitarios y fitosanitarios.