El expresidente brasileño fue sancionado tras incumplir medidas cautelares en su contra, en el marco del proceso que lo investiga por intentar impedir la posesión de Lula da Silva. La Policía Federal ya ejecutó la orden de reclusión en casa y el decomiso de dispositivos electrónicos.
El Supremo Tribunal Federal de Brasil ordenó la detención domiciliaria del expresidente Jair Bolsonaro, tras considerar que incumplió las restricciones impuestas durante el proceso que enfrenta por su presunta participación en un intento de golpe de Estado.
La decisión fue tomada por el magistrado Alexandre de Moraes, quien lidera el caso contra el exmandatario. Según el juez, Bolsonaro transgredió las medidas cautelares establecidas, que le prohibían comunicarse por redes sociales, directamente o a través de terceros, además de exigirle el uso de una tobillera electrónica y permanecer en su domicilio durante las noches y fines de semana.
Entre las pruebas presentadas se incluyen mensajes del exjefe de Estado que fueron difundidos recientemente a través de las cuentas de sus aliados y familiares, incluidos tres de sus hijos, todos parlamentarios. Los mensajes habrían incitado ataques contra el Supremo Tribunal y respaldado una supuesta intervención extranjera en el sistema judicial brasileño.
Además de ordenar la prisión domiciliaria, De Moraes prohibió a Bolsonaro recibir visitas, salvo las de sus abogados y familiares cercanos, y autorizó el allanamiento de su residencia para confiscar teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos. La Policía Federal confirmó que ya ejecutó ambas órdenes.
El proceso en curso acusa a Bolsonaro de liderar un complot para desconocer el resultado de las elecciones de 2022, en las que fue derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva. Según la Fiscalía, el exmandatario habría sostenido reuniones con ministros y altos mandos militares para anular los comicios e incluso se habría discutido la posibilidad de asesinar al presidente electo.
El caso también vincula a Bolsonaro con los disturbios del 8 de enero de 2023, cuando miles de sus simpatizantes invadieron las sedes de los tres poderes en Brasilia, en una jornada que dejó una profunda marca en la democracia brasileña.