Varias de las mujeres que trabajan en el consulado denunciaron actitudes misóginas del cónsul, quien regaló peluches con forma de penes a sus subalternas y acostumbra a burlarse de ellas por su atuendo o estilo de peinado.
El excónsul de Colombia en México, Andrés Hernández, resultó ser toda una ‘joyita’, entendiendo este último término en la connotación peyorativa y negativa que se le atribuye en varias regiones del país.
Y es que, Hernández, no solo se aprovechó de su condición de jefe para engañar a una subalterna y apoderarse de un poco más de $100 millones, los ahorros de toda una vida de la hoy bastante apesadumbrada mujer, sino que también gastó dinero público sin autorización y acosaba laboralmente a los miembros de su equipo de trabajo.
Los casos dejaron ser notas de prensa, pues, el mismo presidente Gustavo Petro, según informó el diario El País, recibió un dossier con pruebas y testimonios que darían fe del actuar más bien reprochable de quien fuera su jefe de prensa y hombre de confianza, como el mismo Hernández le dijo a varios de sus subalternos.
Una de esas denuncias fue relatada por Sandra Milena Babativa, ciudadana colombiana, quien se desempeñó durante cinco meses como contratista en el marco del programa Colombia nos une. La mujer comenta que mientras estuvo vinculada al Consulado se enfrentó “a actitudes de hostigamiento, menosprecio, discriminación y acoso por parte del cónsul”.
Igualmente, que fue objeto de burlar por su forma de vestir e irrespetada en plano profesional, pues, sus opiniones y conceptos sobre el abordaje de ciertas situaciones, eran desconocidas al igual que su vasta experiencia.
De acuerdo con el artículo de El País, Sandra Milena Babativa, presentó ante el comité de asuntos disciplinarios de la Cancillería una queja formal, la cual, según comenta, no fue atendida por que ella no era funcionaria.
“La situación fue insostenible, sus constantes amenazas con retirarme del cargo se convirtieron en gritos en su oficina, desprecio y sabotaje explícito a mi trabajo, llegando a manipular información para aparentar la supuesta incompetencia de mi parte. […] Ante esto, presenté una queja formal de acoso laboral que hoy no ha recibido la debida diligencia, atención, respuesta o acompañamiento alguno de parte de Cancillería de Colombia. Lo único que recibí fue un correo de tres líneas manifestando que no era de su competencia en cuanto yo trabajaba como contratista”, dijo Babativa a El País.
Esta versión fue confirmada por Paola Morales, fundadora de la Asociación de Colombianos de Baja California, quien dice haber sido testigo de los comentarios despectivos de Hernández sobre Babativa. Otra de las denuncias versa sobre actos de misoginia.
“Una vez llegó con una bolsa negra llena de peluches en forma de miembros, de penes, y se los regaló a la mayoría de las mujeres del consulado. Les dijo que los pusieran en sus oficinas”, dice la denuncia en uno de sus apartes.
La relación de Andrés Hernández con las mujeres que trabajan con él y las colombianas residentes en México es tan mala, que el Día Internacional de la Mujer, un grupo protestó a las afueras del consulado por su actuar despectivo.
“El cónsul tiene comportamientos groseros porque se cree intocable. Dice que es muy amigo del presidente Petro, que habla con él todo el tiempo. Ese es su seguro de impunidad”, dijo a El País una trabajadora del consulado que prefirió la reserva de su identidad.
A renglón seguido, explica que la figura de Hernández causa aversión a todo el equipo del consulado, pero, dadas las circunstancias nadie parece querer exteriorizarlo, por lo menos en primera persona. “El ambiente en la oficina es muy pesado. Varias personas que trabajan hoy en el Consulado sufren de acoso y malos tratos. Él ha afectado nuestra salud física y mental”, se lee en otro de los apartes de la extensa nota de El País.
Finalmente, es importante anotar que Hernández fue consultado para conocer su versión sobre las denuncias que se formulan en su contra, pero no respondió. Otro que tampoco ha dicho nada es el presidente Gustavo Petro, quien tendrá que decidir si la prioridad son sus amigos o el pueblo colombiano que paga sus salarios.
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