Cabal anuncia plan de guerra contra el narcotráfico: “En 2026 vuelve el orden”

La precandidata desafía la ‘paz total’ de Petro y promete erradicar la coca a punta de fumigación, fuerza pública y mano dura.

La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal lanzó un plan de choque que promete convertirse en el corazón de su campaña hacia 2026: enfrentar al narcotráfico con mano dura, recuperar el territorio perdido y acabar con lo que llama la “complicidad del Estado con los criminales”.

“El problema número uno de Colombia es el narcotráfico. Hoy tenemos más de 300.000 hectáreas de coca, cinco veces más que cuando Álvaro Uribe dejó el poder. Esa producción financia masacres, secuestros y extorsiones. Mientras Gustavo Petro negocia con los criminales, ellos siguen matando sin consecuencia alguna. En 2026 vuelve el orden”, aseguró la congresista en un mensaje de alto voltaje publicado en su cuenta de X.

Sus propuestas, sin rodeos

Cabal no se limitó a lanzar críticas, sino que presentó un plan detallado que, en sus palabras, devolverá la tranquilidad a los campos y ciudades del país:

  1. Retomar la fumigación aérea con glifosato como mecanismo de choque inmediato para frenar la expansión cocalera.
  2. Fortalecer la erradicación manual, garantizando protección total a las tropas que hoy enfrentan emboscadas y minas antipersona.
  3. Lanzar un operativo nacional de fuerza pública para arrebatar a los narcotraficantes los municipios bajo su control.
  4. Perseguir las finanzas criminales con procesos de extinción de dominio masivos, en cooperación con la comunidad internacional.
  5. Ofrecer alternativas productivas reales a los campesinos, con proyectos económicos sostenibles que sustituyan la dependencia de la coca.

“El Estado no puede seguir siendo un convidado de piedra mientras el narcotráfico dicta las reglas. Yo no negocio con criminales; los enfrento y los derroto”, puntualizó.

Un país ahogado en coca

El diagnóstico es contundente. Según informes técnicos, en 2023 Colombia alcanzó las 253.000 hectáreas de coca, el nivel más alto registrado en más de dos décadas. Para dimensionar, esa extensión equivale a siete veces Medellín o 1,4 veces Bogotá completa.

El crecimiento ha sido explosivo: en 2013 había apenas 48.000 hectáreas; una década después, la cifra se multiplicó por más de cinco. En términos prácticos, significa que la coca se ha convertido en la economía dominante de amplias regiones del país, reemplazando al Estado en funciones de control, financiamiento y hasta justicia local.

La carga contra Santos y Petro

Para Cabal, los responsables políticos son claros. Señala directamente a Juan Manuel Santos y Gustavo Petro como presidentes que, bajo la excusa de procesos de paz, desmontaron la lucha frontal contra las mafias.

“Gobiernos como los de Santos y Petro abandonaron la batalla. Nos vendieron la idea de la paz, pero lo que dejaron fue la expansión de los cultivos ilícitos y la multiplicación de la violencia. Más secuestros, más masacres, más delincuencia. Esa es la consecuencia de rendirse ante el narcotráfico”, escribió.

Su propuesta, en cambio, parte de un principio que Cabal repite como mantra: “La verdadera paz no se construye de la mano de los criminales, sino con el poder legítimo del Estado”.

El fracaso de la “paz total”

Las cifras parecen darle combustible a su discurso. La llamada “paz total” de Petro ha coincidido con el aumento récord de cultivos, el fortalecimiento de estructuras armadas y la consolidación de mafias que hoy actúan como ejércitos privados.

Los grupos ilegales no solo manejan la economía de la coca, sino que también ejercen control social mediante amenazas, asesinatos y extorsiones. Mientras tanto, los procesos de negociación avanzan en medio de críticas por falta de resultados y por otorgar, según sectores opositores, un cheque en blanco a los violentos.

Una apuesta arriesgada, pero clara

La estrategia de Cabal no oculta su carácter de guerra frontal. Para sus críticos, insistir en la fumigación aérea y en la militarización repite fórmulas que dejaron heridas profundas en derechos humanos. Para sus seguidores, en cambio, es la única manera de sacar al país del pantano de la ilegalidad.

Cabal no desconoce que la raíz del problema es también social, y por eso insiste en ofrecer “alternativas productivas reales” para los campesinos. Sin embargo, deja claro que estas irán de la mano con presión estatal y no como concesiones blandas.

Orden o caos: el dilema del 2026

El país enfrenta una encrucijada histórica. O sigue la ruta de la negociación interminable con grupos que nunca dejan las armas, o apuesta por recuperar el orden con autoridad y fuerza. Cabal ya fijó su postura: “En 2026 vuelve el orden”.

El mensaje es claro: no habrá paz mientras el narcotráfico siga siendo el motor de la violencia y los criminales se sientan cómodos sentados a la mesa con el presidente de turno.

En la contienda política, las propuestas de María Fernanda Cabal incomodan porque obligan a reconocer lo obvio: la “paz total” fracasó, la coca se multiplicó y el Estado perdió terreno. Frente a este panorama, Cabal se presenta como la única voz dispuesta a llamar las cosas por su nombre y a prometer una guerra abierta contra los narcos.

Lo que está en juego en 2026 no es una elección más: es decidir entre un país que se resigna al caos o un país que se atreve a recuperar la autoridad. Y Cabal quiere ser la presidenta que encarne esa batalla.