Las importaciones continúan siendo mayores, manteniendo el saldo comercial en terreno deficitario. Aunque el dinamismo refleja oportunidades sectoriales y una recomposición de destinos, los datos del Dane también revelan alta concentración, dependencia industrial y retos de competitividad para sostener el crecimiento.
El comercio bilateral entre Colombia y la Unión Europea tomó impulso en los primeros nueve meses de 2025. Según cifras del Dane, las exportaciones totalizaron US$4.705 millones, un crecimiento cercano al 31% frente al mismo periodo del año pasado. El salto estuvo marcado por mayores ventas hacia Países Bajos (US$512 millones), Bélgica (US$699 millones) y Alemania (US$653 millones), mercados que en conjunto aportaron más de la mitad de la variación positiva.
En volumen también hubo dinamismo: los envíos alcanzaron 11 millones de toneladas, frente a 8,3 millones del año anterior. Países Bajos —principal puerta de acceso al mercado europeo— absorbió 5,7 millones de toneladas, lo que confirma su papel logístico para bienes agrícolas, minerales y energéticos. Bélgica y España completan el escalafón, con aumentos en participación de mercado.
No obstante, el fortalecimiento exportador no logró revertir la brecha estructural en la balanza comercial. Las importaciones desde la Unión Europea sumaron US$6.685 millones, un alza de 4,3% anual, impulsadas por Alemania (US$1.722 millones), España (US$952 millones) y Francia (US$747 millones). La compra de maquinaria, vehículos, insumos farmacéuticos y equipos industriales explica buena parte del incremento.
En términos físicos, Colombia importó 1,9 millones de toneladas, con Alemania como principal proveedor. Algunos socios, como Dinamarca, Polonia y la República Checa, registraron variaciones positivas, mientras otros —Chipre, Estonia y Bulgaria— mostraron caídas marcadas, reflejo de ajustes sectoriales y menor demanda de ciertos bienes.
El panorama revela un patrón dual: mientras las exportaciones crecen a ritmos elevados, las compras externas lo hacen con mayor moderación. Sin embargo, la diferencia absoluta continúa favoreciendo a la Unión Europea, lo que mantiene el déficit comercial en niveles amplios.
Analistas del sector internacional señalan que la tendencia abre oportunidades para diversificar la canasta exportadora y consolidar encadenamientos productivos. Pero también advierten que la concentración en pocos destinos y la dependencia de bienes primarios exigen políticas sostenidas de competitividad, valor agregado y diplomacia comercial.



