La Pandemia de la covid-19 sacó del mercado la mogolla de 200, el más económico de los panes en Colombia durante muchos años.
Hoy, efectos secundarios de la reforma tributaria y el alto costo de los insumos, aumentaría progresivamente el valor de este importante elemento de la canasta familiar hasta llegar a los 800 pesos en 2025, según las proyecciones de Adepán y Fenalco.
El Papel Periódico Ilustrado dirigido por Alberto Urdaneta, destaca en una de sus publicaciones que desde 1567, cuando Benito López solicitó permiso para la construcción de un molino trigo en Ubaté, se produce pan en Colombia y que fue Elvira Gutierrez la primera persona que horneó en el país. Durante ese periodo y hasta nuestros días, el pan se constituyó en elemento fundamental de la canasta familiar. “Por disponibilidad, por precio no hay sustituto para el pan, es un alimento de tradición colombiana, incluso las poblaciones más vulnerables cuando tienen un pan tienen una comida”, comentó Marcela Morales, presidenta de la Asociación Nacional de Fabricantes de Pan en Colombia (Adepán).
Años más tarde, según los documentos que reposan en el Archivo General de la Nación, la historia da cuenta que igual que ahora, los panaderos se vieron en la obligación de minimizar los ingredientes a sus artículos, buscando rentabilidad por cuenta de los exagerados costos de producción, hecho que dada la importancia del producto, impulsó al Gobierno a regular el precio de la materia prima y la calidad del pan que se vendía al público. “…En la venta de la harina que se trae en esta ciudad y se vende en ella, ha habido y hay algunos excesos en su precio y valor vendiéndose la arroba de la dicha harina por más precio del que es justo.
Particularmente han ocasionado esto algunas personas que por vía de regatonería tratan de vender la dicha harina en pan cocido defraudando el peso de dicho pan y la calidad y bondad que debe tener conforme a las ordenanzas y autos de buen gobierno”, se lee en uno de los apartes del “Acuerdo de la Real Audiencia de Santafé sobre fijación de precio del pan y la harina”, documento que data de 1620.
Como este, hay en el Archivo General de la Nación una cantidad enorme de documentos que evidencian la importancia del pan para los habitantes de este territorio. El tomo 10 del Fondo Abastos de la Sección Colonia, por ejemplo, destaca que hacia el año 1699 se expidió otra normativa que buscaba penalizar a quienes especularan con el precio y peso de los panes, teniendo en cuenta el bajo costo de los insumos: “se está experimentando la falta de peso que debe tener el pan y tortas en grave prejuicio de toda la República y en particular de los pobres que no se abastecen con el pan y tortas tan pequeñas…”, advertía el Decreto Real. Preocupación generalizada en la industria panaderaCasi 350 años después, los empresarios del sector panadero sienten la presión de mantener vivos sus negocios, lidiando con los altos precios de los insumos, la inflación y los efectos nocivos de algunos gravámenes que incorpora la reforma tributaria del gobierno Petro; que de acuerdo con Adepán generarían un aumento progresivo en el precio al público del pan y la desaparición total de productos que marcaron la infancia y toda la vida de muchos colombianos, como por ejemplo, el pan de 500 pesos.
Marcela Morales, presienta de Adepán ha venido alertando en medios de comunicación sobre los efectos negativos que ciertos elementos del entorno geopolítico y otros contenidos en la reforma tributaria, puedan tener, primero en la empresa panadera nacional y, luego en el bolsillo de los consumidores. “El sector ha venido teniendo una afectación muy grande a causa del aumento de las materias primas, podemos ver que esto puede empezar a suceder a raíz de la pandemia, todo el tema de ordenamiento mundial, el precio del dólar, muchos factores externos”, explicó la dirigente gremial.
Desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Pan en Colombia informan que los aumentos que ha venido experimentando el valor de este producto hace un año y medio están directamente relacionados con los costos de producción por el valor excesivo de los insumos. “En el caso de la harina de trigo, en octubre de 2020 estaba en $96.000 más o menos, ya en julio estábamos en $175.000 con un aumento aproximado de más o menos el 23%; pero el caso del azúcar es todavía más dramático, el octubre de 2020 estábamos sobre los $103.000 y en julio de este año llegamos a los $220.000, estamos viendo un aumento sobre el 41%”, detalló Marcela Morales.
Así mismo, indicó que el huevo, otro de los elementos fundamentales para la industria panadera ha duplicado su precio en el mismo periodo de tiempo.Reconoce que tiene razón el presidente Petro cuando dice que la reforma tributaria no influye en el valor actual del pan, pero, destaca que la nueva categorización que se le dio al producto en el texto podría contradecir esa afirmación. “El pan ha subido por el aumento de la materia prima, el aumento constante en los últimos meses de los insumos, pero, las implicaciones económicas de la reforma tributaria se trasladarán a los productores y estos a su vez lo trasladan a los consumidores”, comentó la presidenta de Adepán.Y a renglón seguido aclara que atendiendo a ciertas dinámicas propias del mercado y a la aplicación de la reforma tributaria, la dirigente gremial, proyectó los porcentajes de aumento que sufriría el pan de 500 pesos, el que hoy es en teoría el más barato del mercado nacional y en consecuencia el más consumido. “A partir del primero de enero del 2023 tendríamos un aumento del 10%, esto sería un pan de 550 pesos; en el año 2024 el incremento estaría por el orden del 15%, esto llevaría el pan a unos 650 pesos, y, para el año 2025, en unos 24 meses, el alza sería del 20%, con lo cual tendríamos un pan de más o menos 740 pesos, muy cerca a los 800 pesos”, detalló Marcela Morales.
Fenalco ratifica afectaciones a panaderías y tiendas de barrio
Por su parte, Jaime Alberto Cabal, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, asegura que si bien se eliminaron los gravámenes al pan, hay otros impuestos aprobados que generan bastante preocupación en varios de los sectores que representa la organización que preside. “Si bien el impuesto a las bebidas azucaradas y los alimentos ultra procesados tiene la buena intención de generar una conciencia saludable, esto no se logra castigando al consumidor, sino que se logra es con programas de educación, salud, sensibilización y comunicación”, dijo Jaime Alberto Cabal y al mismo tiempo, esbozó algunas de las conclusiones del estudio a profundidad hecho con su equipo al texto aprobado: “desde Fenalco después de acompañar en todo este proceso a los tenderos de Colombia, creemos que sí tienen razón al estar preocupados por el impacto que van a tener en el consumo y obviamente de las clases populares que es donde están el 90% de las tiendas en Colombia”, precisó.
El dirigente gremial sostiene que distinto a lo manifestado por el ministro de Hacienda, los ingresos de los tenderos de Colombia sí se verán afectados por el mencionado gravamen a los alimentos ultra procesados. “Hay que hacer una precisión, en el especial se hablaba de que las tiendas que tengan ventas por encima de 35 millones no van a pagar este impuesto, es que yo creo que hay ahí una precisión que hacer, son las tiendas o panaderías que produzcan, o los productores pequeños que vendan esos productos”, explicó Jaime Alberto Cabal.
Sobre este punto particular, dijo que es evidente que las grandes empresas que pueden soportar la carga impositiva trasladarán estos nuevos impuestos a la cadena de valor de los productos azucarados. Según Cabal cuando se empiecen a causar “al tendero le llega el precio de gaseosa más alto y al llegarle el precio de la gaseosa más alto, obviamente lo tiene que vender a un precio mayor al consumidor, o sea que sí hay una afectación”. También informó que una investigación realizada por Fenalco concluyó que los efectos secundarios de la Reforma Tributaria que implican el aumento del valor al público de muchos de los productos que se venden a diario en las panaderías y tiendas de barrio, provocarían una disminución de una cuarta parte de sus ventas.
“Esto [de las afectaciones a las panaderías y tiendas de barrio] no son un invento sacado de una teoría, sino de un estudio muy completo que se hizo, las ventas de las tiendas pueden caer entre un 20% o 25%, porque como están la mayoría en las clases populares, seguramente no se va a acabar el consumo, pero se va a disminuir y al disminuirse el consumo, se disminuyen las ventas, así de fácil o difícil es el tema”, concluyó Jaime Alberto Cabal.Finalmente, indicó que en el país hay alrededor de 26.000 panaderías y 500.000 tiendas de barrio, de las cuales un porcentaje cercano o superior al 80% son pequeñas o las denominadas de barrio, que se caracterizan básicamente por ser emprendimientos y unidades productivas familiares que generan alrededor 400.000 y 1,75 millones de empleos, respectivamente, los cuales pueden verse afectados por los ‘daños colaterales’ de la reforma tributaria.