El Centro de Excelencia Regional para Latinoamérica y el Caribe en Ciencias de Plaguicidas (CECP) con actividades en campo y laboratorio, promoverá la capacitación de buenas prácticas de los plaguicidas inicialmente ahora con el impacto del cambio climático en cultivos menores.
Comenzó actividades el primer Centro de Excelencia Regional para Latinoamérica y el Caribe en Ciencias de Plaguicidas (CECP) especializado en temas como Límites Máximos de Residuos de Plaguicidas y el llamado Proyecto 753 de STDF.
Arrancó con la capacitación de 15 personas, entre técnicos y científicos, procedentes de nueve países latinoamericanos, para hacer estudios que generen datos y proyectos que logren impactar la productividad y las condiciones de sostenibilidad ambiental del sector agrario.
“El Centro es un proyecto que data de hace 15 años planteado en foros del Códex Alimentarius, apoyado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y el proyecto STDF de la Organización Mundial del Comercio (OMC)”, manifestó Lloyd Day, subdirector del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Para Day, vivimos una época de discusiones sobre la importancia de estos insumos (plaguicidas) que son prioritarios para el control de las plagas de los cultivos; ahora, frente a situaciones como el cambio climático, que traen nuevas amenazas, se necesitan herramientas más ‘verdes’ y más precisas para lograr una mayor producción y productividad.
«Debemos trabajar con las empresas y los científicos para ofrecer a los productores herramientas que ayuden a cosechar alimentos más sanos, más verdes y que no sean una amenaza para el consumidor. Este Centro es parte de esos propósitos”, agregó.
Cultivos menores
Anna Gore, directora de Operaciones de la Fundación de Usos Menores, indicó que su actividad en el CECP será la de generar datos, un componente prioritario en el campo, durante las fases de aplicación en los cultivos y, posteriormente, en los análisis de residualidad en el laboratorio.
Llamó la atención porque los cultivos menores (hortalizas, verduras, especias y aromáticas, entre otros) han sido descuidados por parte de la industria de plaguicidas, pues la investigación y desarrollo han priorizado los ‘grandes’ como maíz, trigo o soya, pese a que los ‘menores’ también son básicos en la nutrición de la población.
“La mayoría de los problemas relacionados con residuos de plaguicidas en los consumidores provienen de esos cultivos, por lo que es necesario trabajar en estos temas”, afirmó Anna Gore.
Buenas prácticas
“En el país, a pesar de contar con las herramientas necesarias, no existe la cultura de la Buenas Prácticas para la aplicación de insumos ni de los controles”, destacó Adriana González, profesora de la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia, durante la presentación del CECP, en la sede de la Representación del IICA, en Bogotá.
«Estamos capacitando a los profesionales de américa latina, quienes harán los ensayos para la detección de ciertas moléculas que son prioritarias en la residualidad química en los productos agrícolas de importancia en la región y, así, determinar los valores ‘permisibles’ establecidos en el Codex Alimentarius, de tal manera que complementemos esa base de datos (Codex) que garantiza la inocuidad de los alimentos”, añadió.
Los Límites Máximos de Residuos (LMR) establecidos por el Códex Alimentarius son las concentraciones máximas de residuos de plaguicidas que puede contener un producto sin que representen afectaciones para la salud humana.
Los bioplaguicidas o plaguicidas biológicos, por su parte, son insumos desarrollados a partir de materiales naturales con el fin de controlar plagas y enfermedades en las plantaciones.