En su columna dominical publicada por El Tiempo, el ex fiscal general, Néstor Humberto Martínez, y la exsecuestrada por las Farc, Íngrid Betancourt, coincidieron en la cercanía de Leyva con ese grupo terrorista.
“Álvaro Leyva era cercano a las Farc. Cuando teníamos que hablar con ellos, teníamos que hablar con Álvaro Leyva o Piedad Córdoba”.
Esa contundente frase fue expresada hoy por Íngrid Betancourt en entrevista con el programa 6AM Hoy por Hoy de Caracol Radio.
En el diálogo, la exsecuestrada por las Farc sostuvo que el actual canciller trabajaba con esa guerrilla y también involucró a Piedad Córdoba. Ambos han mantenido una cuestionada cercanía con ese grupo terrorista.
“No eran mensajeros entre el Estado colombiano y la guerrilla. Ellos representaban a las FARC y trabajaban para las FARC”, afirmó Betancourt.
Por su parte, el exfiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, publicó ayer en su habitual columna de opinión en El Tiempo que “en su polémica vida pública, Leyva siempre ha sido visto como una persona cercana a las Farc”.
Y añadió: “De hecho, el presidente Pastrana conserva una comunicación histórica de ‘Tirofijo’, con ocasión de los diálogos del Caguán, en la que el comandante designó a Álvaro Leyva como uno de los ‘voceros’ de esa guerrilla y no como mero facilitador”.
Martínez añadió que “por esa condición se explica que hubiera pretendido lavar sus activos, como lo demostré públicamente, bajo su silencio presente, y tal vez sea esa condición la que sigue gravitando en sus actuaciones ministeriales, la que lo ha llevado a incitar a los indígenas a incendiar el país, a señalar a Iván Duque como responsable de los cultivos ilícitos –como lo reportó en su columna María Isabel Rueda– y, más recientemente, a solicitarle al Consejo de Seguridad que se interese en indagar el supuesto ‘entrampamiento’ a la paz de Colombia, petición que –hay que decirlo– fue leída a partir de un mensaje contenido en su celular personal y cuyo autor debería conocerse”.
Y concluyó: “La insólita petición ante la ONU, presuntamente para identificar a los “enemigos del proceso de paz”, en la práctica cuestiona la legitimidad de la cooperación judicial entre Estados Unidos y Colombia, lo que –por supuesto– ha causado gran indignación en las autoridades judiciales de ese país, que han descartado institucionalmente el tal “entrampamiento”. Si no avanza la moción de censura… debería prosperar la moción de cordura”.
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