Alias Atilio acumula 16 años de historia criminal y estaba siendo buscado por la Fiscalía General de la Nación debido a su participación en el delito de concierto para delinquir agravado. Su labor consistía en el transporte de drogas ilícitas mediante lanchas rápidas, así como en el almacenamiento y camuflaje de dichas sustancias en techos, paredes y pisos de contenedores que transportaban productos colombianos.
La Policía Nacional logró la captura de Jacob Rodríguez Úsuga, conocido como alias Atilio, integrante destacado del Clan del Golfo y acusado de traficar hasta 15 toneladas de cocaína al mes.
Según el director general de la Policía Nacional, el general William René Salamanca Ramírez, la operación se cumplió la noche del 24 de diciembre en zona rural del del corregimiento Caracolí, en jurisdicción del municipio de Carepa (Antioquia). Durante el operativo, se encontró a su hijo, un menor de edad, y se inició el proceso de restablecimiento de sus derechos.
“Fue una operación profesional y limpia, con pleno apego a los derechos humanos”, señaló el director general de la Policía Nacional, general William René Salamanca Ramírez, quien lideró la quinta y definitiva operación contra Atilio. Y enfatizó: “Uno menos en esta organización criminal”.
Modus operandi
Atilio es señalado de contaminar con cargamentos de cocaína los contenedores de las mercancías que exporta el país, especialmente desde los puertos marítimos del Urabá Antioqueño y la Costa Caribe.
Su responsabilidad consistía en el transporte de drogas ilícitas en lanchas rápidas, tipo Go Fast, hacia algunos países de América Central y el Caribe. Luego, almacenaba la sustancia en bodegas clandestinas con capacidad de hasta 20 toneladas del alcaloide, y generando flujos de caja superiores al millón de dólares semanales.
La droga era camuflarla en techos, paredes y pisos de contenedores que transportaban productos colombianos.
Los uniformados estuvieron meses en labores de inteligencia, en las que determinaron que el capturado, alternaba sus movimientos entre camionetas de gama alta y bestias de carga, siempre portando una cédula falsa, a nombre de José Manuel Manco Cartagena.
Como dato curioso, su equipo de seguridad vestía con indumentaria de campesinos, incluido machete al cinto, para intentar detectar la presencia policial hasta tres kilómetros a la redonda.