¡Qué lo devuelvan ya!

Por: José Félix Lafaurie Rivera

@jflafaurie

Fue el reclamo angustioso de Helen Aranzales en el Senado de la República a los secuestradores de su esposo, Juan Carlos. “Con lágrimas en los ojos suplico que nos ayuden”, les imploró a los parlamentarios y al Gobierno. Yolima Díaz, hermana de Jhon Jairo; y Ana Milena de la Peña, esposa de Fabián, le espetó al ELN que “la infamia de este crimen está lacerando la confianza de los colombianos en el deber moral de la paz y deslegitima sus propósitos revolucionarios”.

Frente al dolor de estas tres mujeres implorando por sus seres queridos; tres mujeres sin pariente famoso, reclamando al Gobierno la misma diligencia desplegada para la liberación de “Mane” Díaz, se escucharon posiciones respetuosas desde diferentes esquinas ideológicas, aunque también hubo espacio para la insensatez y la patanería del youtuber que se hace llamar JP Hernández, devenido en senador por caprichos de la democracia, acusándome de cómplice de secuestradores y de hipocresía, y agraviando de paso a la senadora María Fernanda Cabal, mi esposa, quien expuso con altura la situación familiar y política derivada de nuestras posiciones frente a las negociaciones con el ELN.

De su burda demostración de “política espectáculo”, que suscitó la indignación del senador Cepeda y su exigencia de respeto, así como el apoyo gallardo del senador Guerra, de mi partido, el Centro Democrático, infiero que el tal JP no logra entender que esto no se trata de María Fernanda, de su quehacer político, valeroso por demás, ni de sus legítimas aspiraciones; ni tan solo del dolor de unos padres ganaderos, como no se trataba solamente del dolor de Lucho Díaz, sino de la angustia de todos los secuestrados y sus familias.

Pero no es solamente el senador youtuber quien está mal de entendederas; la nueva ronda de México, que inicia con el precedente de tan desgarradores testimonios y con la exigencia de liberar a los secuestrados y abandonar el secuestro, como dejó claro el senador Cepeda, sin que ningún otro tema se aborde hasta que esa línea roja quede bien trazada en la Mesa, deja al descubierto que hay más de un aspecto esencial para la paz que el ELN debe entender.

Primero, que después del respeto a la vida, la libertad es el derecho fundamental por excelencia, y convertirla en mercancía con el argumento infame del “financiamiento es una degradación ética, una afrenta a la sociedad y un retroceso en el camino hacia la paz.

Segundo, que la negociación, en medio de un entorno de escepticismo y desesperanza, necesita inmenso respaldo social, que se erosiona con cada secuestro, pues el país está hastiado del “peor de los crímenes para la víctima y para su familia”, como lo calificó una de las tres mujeres.

Tercero, que el secuestro, como delito de lesa humanidad proscrito en el Derecho Internacional Humanitario, que el ELN acogió como marco de referencia del Acuerdo de Cese al Fuego, representa por ello una violación, pues el cese no se limita a suspender los enfrentamientos con la Fuerza Pública, como pretende entender el ELN, sino también los hostigamientos contra la sociedad, como entienden con claridad el Gobierno y el país.

Así pues, espero que en esta ronda el ELN entre en razón y comprenda el momento del país; y frente a la vocinglería del senador youtuber, me uno a la indignación de Iván Cepeda y reitero con él, y con toda la delegación, que no vamos a México ni hemos estado sentados por meses en la Mesa de Negociaciones para que nos vean cara de cretinos; vamos a defender a los secuestrados y a buscar la paz para Colombia.