El producto se denomina “cilo” y es la combinación de dos partes muy importantes del grano de café: la pulpa, que representa un 43 % de su composición, y el mucílago, que es la baba o líquido que sale del grano y que contiene cerca del 12 % de su concentración.
En una cosecha solo se aprovecha el 5 % del grano de café mientras el 95 % restante se convierte en residuos y biomasa que no es utilizada por los caficultores, quienes suelen verlo como basura. Sin embargo, una investigación demostró que estos “desechos” servirían como materia prima para elaborar un concentrado natural para el ganado, que ofrecería casi el mismo porcentaje de proteína y minerales que los productos que se venden hoy.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2021 el PIB del sector cafetero aumentó cerca del 22 %, lo cual demuestra su carácter indispensable en la economía colombiana. Más de 540.000 familias, en más de 600 municipios y 23 departamentos, viven del sustento que les proporciona trabajar con el grano.
Se estima que cada año se generan 784.000 toneladas de residuos de cultivos de café en el país, lo cual representa un problema ambiental fuerte, ya que estos restos llegan a los ríos aledaños, y por su alto contenido de azúcares, cafeína y polifenoles (sustancias que terminan siendo tóxicas) se roban el oxígeno del agua y ponen en jaque a las especies que habitan allí y a los habitantes de pueblos pequeños, que no cuentan con un sistema de tratamiento de agua especializado.
¿Qué es el “cilo”?
En vista de esta problemática que afecta lugares como la provincia comunera de Santander –de la que forman parte municipios como Socorro, Confines y Oiba–, Mauricio Amado Rodríguez, estudiante de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) e integrante de la Asociación de Ganaderos de Cocorná (Asocogan), junto con los integrantes de la Asociación, ideó una estrategia de aprovechamiento de estos residuos con la que además de los caficultores se benefician los ganaderos, al alimentar a sus animales con el “cilo”, como también se conoce el producto.
El cilo es la combinación de dos partes muy importantes del grano de café: la pulpa, que representa un 43 % de su composición, y el mucílago, que es la baba o líquido que sale del grano y que contiene cerca del 12 % de su concentración. Pero, ¿cómo se unen para consolidar el concentrado ganadero? La respuesta está en un proceso llamado fermentación láctica.
“Esta se da como resultado de la descomposición que hacen algunos microorganismos de estos residuos; gracias a la interacción y degradación de azúcares por bacterias especializadas y en ausencia de aire se produce ácido láctico, sustancia que reduce la cafeína y los polifenoles presentes en la pulpa y el mucílago”, asegura el investigador.
Este punto es clave, ya que la reducción de la cafeína es de un 7 % y de los polifenoles de un 4 %, lo cual hace que los animales ya puedan alimentarse de la unión de estos residuos, pues sin el procedimiento estos dos compuestos pueden afectar el proceso digestivo de las vacas.
Realizado en fincas santandereanas
El trabajo, pionero en Colombia, se realizó en 33 fincas de la provincia santandereana, 20 de las cuales, además de dedicarse al cultivo de café también son ganaderas, por lo que es un beneficio directo para sus animales.
En cada finca se recogieron cerca de 4 toneladas por cosecha, alrededor del 60 % es pulpa y mucílago, por lo que este primer paso de recolección y caracterización no resulta difícil, sino que la biomasa de café se almacena y está lista para tener la acción de los microorganismos.
“La proteína proporcionada por el concentrado creado es de entre 15 y 17 %, porcentaje que se acerca bastante al contenido en los productos comerciales que compran los ganaderos, que es de entre 14 y 20 %, y demuestra que los residuos del café tienen un potencial increíble como alimento para el ganado”, indica el integrante de Asocogan.
Método sencillo, barato y los productores saben cómo hacerlo
Además la “ceniza”, como llaman en este campo a los minerales y vitaminas presentes en los productos, fue de entre 8,2 y 10,7 %, cifras prometedoras y que también se acercan a los alimentos con los que hoy se alimenta a las vacas.
“El método implementado es sencillo, barato, y los caficultores y ganaderos saben cómo hacerlo, por lo que esto no es un problema; el inconveniente es que muchas veces lo desestiman y no creen que sea tan bueno para sus animales, pero con estos resultados esperamos que esa creencia cambie y se genere conciencia de que aquí no solo gana el productor, sino también el medioambiente”.
Se ha evidenciado que en municipios como Socorro las aguas de riego contienen bacterias, producto del impacto que los desechos generan en el agua; esto daña el ciclo de producción e imposibilita tener cultivos de buena calidad, por lo que resulta fundamental abordar el problema y evitar daños a largo plazo.