Grupos armados ilegales siguen refutando afirmaciones de Petro en torno a negociaciones de paz

Esta vez fueron las disidencias de las Farc las que rechazaron las palabras del presidente en torno a la posibilidad de que Venezuela sea uno de los países garantes de la mesa de diálogos que esperan instalar próximamente.

La paz total ha sido uno de los temas de la agenda del presidente Gustavo Petro de los que más se ha hablado desde su posesión y, podría decirse, en el que más se ha empeñado en hacer ‘realidad’, tanto así, que su autoridad como Jefe de Estado se ha visto varias veces en entredicho.

El 31 de diciembre, a escazas dos horas de finalizar el 2022, Petro anunció pomposamente que había acorado un cese al fuego bilateral con varios de los grupos armados ilegales que vienen sembrando el terror en distintas zonas del país; sin embargo, tan solo unos minutos después, esa afirmación fue desmentida al unísono por todos los que supuestamente habían acordado deponer temporalmente sus armas y negociar un acuerdo de paz.

“Hemos acordado un cese bilateral con el ELN, la Segunda Marquetalia, el Estado Mayor Central, las AGC y las Autodefensas de la Sierra Nevada desde el 1 de enero hasta el 30 de junio de 2023, prorrogable según los avances en las negociaciones. La paz total será una realidad”, trinó Petro.

Con la llegada del año nuevo, también llegó el comunicado oficial del Ejército de Liberación Nacional (ELN) relacionado con las afirmaciones del presidente, provocando la primera crisis en los diálogos que sostiene el Estado con esa guerrilla y que en ese momento se encontraban en el primer ciclo.

“La delegación de diálogos del ELN no ha discutido con el Gobierno de Gustavo Petro ninguna propuesta de cese el fuego bilateral, por lo tanto, aún no existe ningún acuerdo en esa materia”, precisó el grupo armado ilegal en su momento a través de un comunicado.

Los otros grupos armados ilegales que operan en el país no dijeron públicamente que rechazaban las declaraciones de Petro, pero incidentes como los ocurridos en una zona de Antioquia durante más de un mes fueron prueba suficientemente clara de que no habían cesado sus operaciones militares. Tanto así, que en abril el presidente ordenó reanudar acciones contra estructuras criminales como el Clan del Golfo.

Más recientemente, luego de una pomposa presentación en La Habana, Cuba, donde avanza el tercer ciclo de negociaciones con el ELN, esta guerrilla volvió a desmentir al presidente en cuanto a los términos del acuerdo de cese al fuego que estaban firmando.

Pablo Beltrán, jefe de la delegación de esa guerrilla en la mesa de diálogos, dijo a los periodistas que cubrían el evento que muy a pesar de lo que dijera el gobierno, no estaba entre sus planes dejar de secuestrar, extorsionar o ejecutar acciones militares y que harían todo esto de ser necesario.

Ahora, quienes salen al paso a las declaraciones de Petro son las disidencias de las Farc, grupo armado ilegal que, si bien aceptó entablar una mesa de negociaciones, mostró su descontento con los anuncios de la Presidencia en torno a Venezuela como sede del primer ciclo. 

“La posibilidad de Venezuela como país garante en un eventual proceso de paz con las Farc-EP todavía no se ha discutido y no hace parte aún del consenso entre las partes que estamos en proceso de acercamiento. No rechazamos esa posibilidad, pero debe darse el espacio para la discusión, basta de decisiones unilaterales”, dijo el grupo armado ilegal.

Es la cuarta vez en menos de un año que el presidente sale en falso en sus declaraciones, modificando su discurso a los reclamos que le hacen los grupos armados ilegales, dejando ver, según muchos personajes de la opinión y la cosa pública, cierta debilidad a la hora de afrontar este tipo de conversaciones.