Sistemas silvopastoriles, alternativa para producir carne y leche bajas o neutras en carbono

A propósito del Acuerdo firmado entre el gobierno Petro y Fedegán en donde se hace énfasis en el impulso de la ganadería sostenible a través de la implementación de sistemas silvopastoriles, la Universidad Nacional anunció la puesta en marcha de un proyecto en Urabá y Bajo Cauca.

Docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, se unieron en torno a un proyecto que busca reducir las emisiones de metano producido por el ganado, y a la vez ofrecerle al mercado nacional e internacional una carne libre de emisiones de carbono en todo su proceso productivo.

El propósito de la iniciativa “Conformación de paisajes ganaderos productivos con baja huella de carbono y alto bienestar animal, orientados a la sostenibilidad del sector en Antioquia” es implementar paisajes ganaderos sostenibles para su reconversión productiva y ambiental, con estrategias de silvopastoreo.

Dicho sistema de producción combina árboles, pasto y animales rumiantes en un mismo lugar, en pro de la sostenibilidad ambiental y del bienestar de las especies.

¿Dónde será implementado?

Este comenzará con la puesta en marcha de dos clústeres ganaderos bovinos en las zonas del Urabá y Bajo Cauca, en cinco fincas por región –de entre 400 y 500 hectáreas– en los municipios de Arboletes, Necoclí, San Pedro de Urabá, Nechí, Cáceres y Caucasia, orientados a la reconversión ganadera sostenible, con baja huella de carbono y alto bienestar animal.

Además, se realizará un monitoreo constante que sirva para caracterizar sus ciclos de vida y generar nichos de mercado futuros para la carne sostenible, a través del incremento del desempeño productivo del sector y la mitigación de sus aportes en gases efecto invernadero (GEI) al cambio climático.

El profesor Luis Alfonso Giraldo Valderrama, del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Medellín, explica que los forrajes que consumen vacas, búfalos, cabras y ovejas, entre otros animales, son muy ricos en fibra, por lo que dentro de su sistema digestivo habitan microorganismos cuya labor es convertir químicamente esas fibras en sustancias más fáciles de digerir.

“Durante ese proceso se libera el gas metano por vía oral, a través de eructos que los animales emiten las 24 horas del día, pues son procesos de digestión muy complejos, y que luego de 10 años se convierte en C02, como parte del ciclo natural del carbono en la atmósfera”.

Un impacto relevante si se tiene en cuenta que la población de bovinos del país está distribuida en 620.734 predios y constituida por cerca de 29,5 millones de animales (29 millones de bovinos y 274.617 bufalinos) ubicados especialmente en Antioquia, que representan el 11,19 % del inventario bovino (3’307.281 semovientes).

Desde la perspectiva ambiental, el sector pecuario de Colombia emite cada año 66,3 millones de toneladas de CO2, o dióxido de carbono, de los cuales el 40,11 % proviene de las emisiones de metano expulsado por el ganado y el 34,67 % del óxido nitroso, producto de la fertilización, la orina y las heces.

“Los datos evidencian que Antioquia es uno de los departamentos que más emite este tipo de GEI en el país”, anota el experto.

Medición del metano

Varios estudios realizados por el Grupo de Investigación Biotecnología Ruminal y Silvopastoreo (Biorum) han evidenciado que en la ganadería que maneja dicho sistema se puede tener un mayor número de animales.

“Esto sucede básicamente porque mejora la productividad, pues tanto la ganancia de peso de los novillos como la producción de leche son más altas, y bajo la sombra de los árboles se crea un microambiente que hace que estos estén en mejor confort ambiental y que el pasto sea de mejor calidad nutritiva, logrando que los animales coman mucho más”, destaca el docente.

Agrega que “otro beneficio que contrarresta el problema ambiental es que, en el proceso natural de la fotosíntesis, los árboles captan el CO2 y lo inmovilizan en sus tallos, hojas y raíces, y cuando se mezclan con pasto y animales, captan el dióxido de carbono que circula en el ambiente”.

Anota también que aunque en el país ya existen antecedentes sobre la implementación del silvopastoreo en la ganadería, el proyecto cuenta con un componente novedoso que es la forma de medir el metano, un proceso técnico creado en la UNAL Sede Medellín y que se espera pueda ser replicado en todo el país, gracias al interés del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), encargado de hacer el inventario de GEI en el país.

El profesor explica que la estandarización de los protocolos de medición del metano ha sido posible gracias a un trabajo que suma ya tres años.

“Este consiste en introducir en una cápsula un gas llamado hexafluoruro de azufre, que químicamente se liga muy bien con el metano. Dicho objeto tiene una membrana permeable que permite que el hexafluoruro de azufre salga lentamente y pueda ser medido, por lo que lo introducimos vía oral en el animal para que los gases se mezclen en el estómago del animal. Además, le ponemos un collar de PVC que los succiona de manera permanente. Por último, se lleva al laboratorio para medir la concentración de metano unido al gas inicial”, explica el investigador.

El profesor Giraldo, líder del proyecto que cuenta con financiación de recursos del Sistema Nacional de Regalías, destaca que es vital el relacionamiento con empresarios y asociaciones ganaderas.

“Por ejemplo a Colanta y a Asobrangus –una parte de cuya actividad comercial está dedicada a la carne– les interesó el proyecto porque prevén que en un futuro puedan ofrecer un producto comercial con un atributo ambiental bajo en carbono, muy conveniente hoy por una sociedad sensible ante estos temas y con un cambio climático inminente”.

Para desarrollar la iniciativa también se cuenta con una alianza con entidades privadas y asociaciones de productores del sector ganadero para tener un impacto real y positivo en las problemáticas ambientales.