En medio de una tormenta diplomática que amenaza con fracturar las ya frágiles relaciones entre Colombia y Ecuador, la senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal ha emergido como una de las voces más contundentes y valientes al exigir transparencia al Gobierno de Gustavo Petro sobre un hecho que, por su gravedad, no puede quedar en el limbo de los trinos borrados.
La reclamación de la aspirante presidencial María Fernanda Cabal trasciende no solo en redes sino en la reflexión de los colombianos. Todo comenzó cuando el presidente Gustavo Petro publicó y luego eliminó, un mensaje en su cuenta de X en el que celebraba, nada menos, que Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador condenado por corrupción y actualmente preso en una cárcel de máxima seguridad en su país, había recibido la nacionalidad colombiana. Junto al texto, Petro adjuntó lo que parecía ser una copia del acto de naturalización y solicitaba formalmente al gobierno ecuatoriano “su entrega al Gobierno colombiano”.
Minutos después, el trino desapareció. Pero el daño estaba hecho. Desde Quito, la Cancillería del presidente Daniel Noboa respondió con una frialdad diplomática que delata el malestar: “Jorge Glas sigue siendo ecuatoriano”, afirmaron, dejando en claro que no han recibido ninguna solicitud oficial ni documento que acredite la nacionalización del condenado. Colombia, por su parte, guardó silencio institucional. Ninguna aclaración, ninguna rectificación, ninguna explicación.
Fue entonces cuando María Fernanda Cabal, con la precisión de un bisturí y la firmeza de quien no teme al poder, publicó en su cuenta de X:
“¿Petro por qué borró el trino? ¿El condenado Glas cumplió requisitos para tener la nacionalidad colombiana? Definitivamente las afinidades electivas en Petro son evidentes. Espero que la cancillería responda por este caso que deja muchas dudas”.
Las palabras de la senadora no son un simple comentario. Son un llamado a la responsabilidad, a la legalidad y a la decencia. Porque, en efecto: ¿por qué borrar el trino si era cierto? ¿Qué requisitos legales cumplió un condenado por corrupción, que ha huido de la justicia ecuatoriana, refugiado en la embajada de Nicaragua en Quito, para obtener la nacionalidad colombiana? ¿Acaso el Gobierno de Petro prioriza afinidades ideológicas sobre el Estado de Derecho?
Cabal no solo cuestiona la opacidad del Ejecutivo; pone en evidencia una posible vulneración del orden jurídico migratorio y una afrenta a la soberanía ecuatoriana. Su afirmación, “las afinidades electivas en Petro son evidentes” es un recordatorio incómodo: la política no puede estar por encima de la ley, ni los simpatizantes ideológicos por encima de los condenados por corrupción.
Mientras el Palacio de Nariño se niega a dar explicaciones, y la Cancillería colombiana permanece en silencio, la voz de María Fernanda Cabal resuena con la fuerza de quien defiende los principios republicanos frente al oportunismo. No se trata de un ataque político barato, sino de una exigencia legítima. Colombia merece saber qué está haciendo su Gobierno con la nacionalidad, con la diplomacia y con su reputación internacional.
El caso Glas no es menor. Es un síntoma de una administración que actúa con impulsos, borra sus huellas digitales y deja a las instituciones en la incertidumbre. Frente a eso, Cabal no calla. Pregunta. Exige. Denuncia, y en democracia, eso no solo es válido, es necesario.