En la Catedral Primada de Bogotá, Miguel Uribe Londoño despidió a su hijo, víctima de un atentado el 7 de junio, con un mensaje de profundo dolor y una firme convocatoria a los colombianos para que rechacen la violencia y defiendan la democracia con más unidad que nunca.
De pie, frente al féretro de su hijo y con la voz cargada de memoria y dolor, Miguel Uribe Londoño revivió en la Catedral Primada de Bogotá una tragedia que golpea dos veces a su familia: “Hace 34 años, la guerra me arrebató a mi esposa Diana Turbay. Hoy, esa misma violencia me arrebata al hijo que cargaba en mis brazos el día que le di la noticia de la muerte de su madre”.
Uribe Londoño relató el paralelo doloroso que hoy vive su nieto Alejandro, de cuatro años, quien “ha tenido que escuchar la misma noticia que escuchó su padre a esa edad”.
Denunció que el asesinato de su hijo fue “un magnicidio” y “un crimen de lesa humanidad que no prescribe en el tiempo”, comprometiéndose a que “todo el peso de la justicia caiga sobre los verdaderos responsables”.
En un discurso cargado de reconocimiento, recordó a Miguel como “un hombre bueno, esposo amoroso, padre ejemplar y líder honrado”, cuyas ideas de seguridad y paz lo llevaron al Centro Democrático y a trabajar de la mano con el expresidente Álvaro Uribe Vélez. “Callaron a Miguel, pero no podrán callar la voz de millones de colombianos pidiendo a gritos un cambio”, advirtió.
El padre del senador fue enfático en que “la guerra tiene culpables” y que “no podemos quedarnos en la resignación ni en la simple pasividad”.
Invitó a responder con civismo y patriotismo: “La mejor manera de honrar a mi hijo es luchar todos juntos para construir un país sin violencia, un país de oportunidades, una Colombia con futuro”.
Uribe Londoño también lanzó un llamado político directo: “Tenemos una oportunidad única de frenar esta locura en 2026. No la desaprovechemos. Las ideas son indestructibles, pero necesitan ser materializadas para cambiar la historia de un país”.
Terminó su mensaje con una frase que resonó entre los presentes.
“Sin seguridad, nunca habrá paz. Sin seguridad, no habrá nada. Luchemos todos por esa causa. Ese fue el propósito al que Miguel dedicó su vida y que hoy nos toca a todos continuar”.