Esta realidad refleja la precariedad laboral que limita el acceso a empleos formales y seguros, un reto que las autoridades locales deben enfrentar para mejorar la calidad del trabajo en esta importante población.
Aunque Santa Marta reporta una tasa de desempleo juvenil relativamente baja, del 16,3% para el periodo febrero-abril de 2025, la informalidad laboral afecta a más del 60% de los jóvenes empleados, según datos del Observatorio Regional del Mercado de Trabajo (ORMET) capítulo Magdalena.
Esta cifra ubica a la ciudad entre las seis con mayor proporción de empleo informal en Colombia, revelando un problema estructural que limita el acceso a trabajos dignos y protegidos.
La aparente mejora en las cifras de desempleo oculta la precariedad que enfrentan los jóvenes en el mercado laboral local. La informalidad implica ausencia de contratos formales, seguridad social y estabilidad, condiciones que afectan la calidad de vida y la protección social de quienes trabajan.
Carlos Jaramillo Ríos, secretario de Desarrollo Económico y Competitividad del Distrito de Santa Marta, reconoce que, aunque se han creado más de 10.000 empleos en 2025, la informalidad sigue siendo un desafío central de las políticas públicas de empleabilidad.
El fenómeno tiene un impacto particularmente agudo en las mujeres jóvenes. En Magdalena, la mayoría de los jóvenes que ni estudian ni trabajan —los llamados “Ninis”— son mujeres, quienes enfrentan además cargas domésticas no remuneradas y exclusión del mercado laboral formal, según un estudio publicado por la Universidad del Magdalena.
Esta realidad refleja una tendencia global, donde la Organización Internacional del Trabajo advierte que la informalidad incrementa la vulnerabilidad y la precariedad laboral.
La situación en Santa Marta no es un caso aislado en América Latina. La región ha experimentado un aumento sostenido de empleos informales y temporales desde 2005, con México como ejemplo cercano.
En este contexto, la reducción del desempleo no garantiza mejores condiciones laborales, sino que evidencia la necesidad urgente de políticas que formalicen el empleo juvenil y protejan a los trabajadores.
“Pese a la caída del desempleo general (8,7%) y juvenil (16,3%), la informalidad laboral en el Distrito escaló al 60,7%, ubicándonos como la sexta ciudad con más ocupados informales. Los riesgos de precarización persisten”, puntualizó el economista e investigador, Jaime Morón.