Según el analista, el presidente se toma cada vez atribuciones que no le corresponden, lanzando acusaciones infundadas para luego sugerir el abandono de ciertas actividades y reemplazarlas por otras, impulsando sus ideas, algunas, bastante alejadas de la realidad. La ganadería ha sido una de las empresas más atacadas.
Desde su llegada a la Casa de Nariño, Gustavo Petro ha propuesto y puesto en marcha políticas públicas que van no solo en contra vía del ideario colectivo, sino también, la lógica propia de la sociedad y los negocios, este último elemento, es uno de los más importante del mundo contemporáneo tanto para el sector público como para el privado.
En recienten eventos públicos, el presidente ha aprovechado la difícil coyuntura de servicios públicos que se vive en la Región Caribe para ‘impulsar’ de un ‘solo tiro’ dos de sus grandes apuestas: la transición energética y la desincentivación de la ganadería como fuente primaria de ingresos.
“Imagínense la ganancia. Para cualquiera de ustedes, que tenga ganado o algo, imagínense. Si sus costos son 220, pero vende a mil la libra de carne. Supongamos que cuesta el kilo de carne 220 equis, centavos, conseguirlo del pasto, del agua, de las vacunas, de la vaca, pero se vende a mil, entonces está ganando 800 pesos por kilo. Ese se vuelve rico en un dos por tres. Sólo que aquí no es con carne y eso no pasa con la carne. Al contrario, Eso pasa es con la generación eléctrica y lo pagan absolutamente todas y todos los colombianos”, dijo Petro en el marco de la inauguración del Parque Solar Fotovoltaico La Unión, en Montería, Córdoba.
Justamente, el analista Thierry Ways, hace algunos comentarios respecto de lo que le parece es una excesiva intromisión del presidente Petro en las decisiones que respecto de su propia vida toman los ciudadanos.
Petro ofende la inteligencia del colombiano promedio
La más reciente columna publicada en el diario El Tiempo, se centra en los inconvenientes consejos del mandatario al sector ganadero para que abandonen de plano sus actividades para dedicarse al según él, rentable negocio de la energía eléctrica.
“Mire la revolución en la mente de un ganadero cordobés, ¿cuántas vacas le cabe al ganadero en 220 hectáreas? ¿Cuántas vacas? 500 vacas, bien, ahí, bien gordas, 500 vacas. ¿Cuánto sacará de las 500 vacas en un año de utilidad? Si yo le lleno esto, no de vacas, porque las vacas no podrían estar propiamente ahí, sino de estos paneles solares, ¿cuánto de utilidad se genera al año? Que, no sé si me vaya a dar usted la cifra, pues es muchísimo más que las vacas”, se le escuchó decir al presidente en uno de los apartes de su discurso.
Ways arranca diciendo que, por cuenta del ‘periodismo instantáneo’ que impera en la actualidad, este tipo de alocuciones se pierden rápidamente en el maremágnum de información que circula por todos lados y la belicosidad en redes sociales del presidente, no obstante, sus palabras tienen que analizarse con cuidado, pues, sobrepasan ciertos límites.
“Lo primero que hay que notar es la poca fe que el mandatario le tiene a la gente: al “pueblo” que tanto invoca. No parece confiar en él. No parece aceptar que las personas, de manera autónoma, sean capaces de tomar las decisiones que más les convienen según su proyecto de vida. Ejemplifica lo que Friedrich Hayek llamó “la fatal arrogancia”: la idea de que una persona (o un grupo de iluminados) cuenta con suficiente sabiduría como para sustituir su propia voluntad a las escogencias espontáneas de individuos libres, actuando según sus intereses y con conocimiento de sus circunstancias”, se lee en la pieza periodística.
En ese sentido, el también empresario, pone en duda los números alegres que Petro difundió en su discurso, haciendo énfasis en el reducido o casi nulo número de ganaderos que, viendo la ‘rentabilidad’ y ‘baja inversión’ de la producción eléctrica con energía solar.
“Si reemplazar reses por paneles es tan buen negocio, ¿por qué cada ganadero no está cambiando ya sus semovientes por celdas solares? ¿Son tontos acaso? No, no son tontos. Puede haber muchas razones para no hacerlo. Tal vez la finca esté demasiado alejada para interconectarse a la red eléctrica. Quizá la inversión escape a sus posibilidades. A lo mejor simplemente les guste la ganadería. […] O tal vez Petro se equivoque y el negocio no sea tan bueno”, comentó Ways en su escrito.
A renglón seguido, pone de presente que, a pesar de su animadversión, la ganadería más allá de ser una empresa atractiva al inversor por sus múltiples posibilidades, es una pieza fundamental del sector agrícola en todos los sentidos.
“¿Si todos se dedican a la generación eléctrica, además, quién va a producir la carne y la leche que consume la sociedad? ¿U otros productos, como el cuero? ¿Tocaría importarlos –más caros–, como se pretende con el gas?”, interrogó Thierry Ways.
Petro no sabe nada de ganadería
Otro de los elementos que destaca Ways en su columna, tiene que ver con el poco conocimiento que evidencia Gustavo Petro al referirse a la ganadería colombiana y concretamente en lo que se refiere a sus practicas productivas, las cuales, bajo la coordinación de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) se han ido acompasando con las necesidades de sostenibilidad medioambiental, que además, le agrega valor adicional a los productos en el mercado internacional.
“Biológicamente hablando, una finca ganadera a la colombiana, es decir, de pastoreo, ya es una fábrica de captura y transformación de energía solar. La fotosíntesis integra la radiación del sol al pasto, que engorda a los animales que lo consumen, los que, a su vez, producen la costilla para el sancocho, la leche para el suero o la piel para los mocasines Ferragamo que gustan en Palacio. Cada hoja de pasto es una planta solar en miniatura”, precisó Thierry Ways en su columna.
Yendo más allá, el empresario pone en evidencia que, ya sea por su talante autoritario, evidenciado más de una vez, o por falta de asesoría técnica, el presidente comete muchos errores al hablar sobre este tema y quienes ejecutan la actividad.
“El presidente no tiene por qué tener todo eso presente, por supuesto, dado que la ganadería no es su especialidad. Y justamente ese es el punto: que la decisión sobre cuál actividad le conviene más al ganadero en las orillas del río Sinú queda mejor en manos de las personas que se dedican a ese oficio allí. Y esas decisiones pueden ser distintas a las que se tomen en la altillanura del Vichada, por ejemplo”, se lee en uno de los apartes de la columna.
Finalmente, concluye que, dada la realidad de las políticas públicas desplegadas en dos años de gobierno y la infatigable persecución a sectores productivos como la ganadería, todas las demás ramas de la industria del país deberían pellizcarse antes que sea tarde.
“Y este no es un problema que atañe únicamente a los vacatenientes. Pues esa actitud es la misma que inspira al mandatario a estatizar la economía nacional y a proponer ideas tan pintorescas como el “exorcismo” de Ecopetrol, consistente en que renuncie al petróleo y se dedique a la inteligencia artificial. Como si una reconversión industrial de esa envergadura dependiera de un chasquido de dedos presidencial. A muchos les pareció cómica la propuesta de Petro sobre las vacas. Pero si la fatal arrogancia se ensaña con la principal empresa del país, las consecuencias serán mucho menos divertidas”, concluyó Thierry Ways.