BERNARDO HENAO JARAMILLO
Columnista de Opinión
La situación que hoy vivimos los colombianos nos recuerda la famosa serie televisiva El túnel del tiempo, que se emitió desde el 9 de septiembre de 1966 hasta el 7 de abril de 1967, creada y producida por Irwin Allen. La serie trata de las aventuras de dos científicos que viajan a través del tiempo. Y hoy entramos en ese túnel para regresar a un pasado reciente.
Era una época aciaga y complicada en la que los colombianos estábamos secuestrados en nuestras casas. No podíamos salir de las ciudades pues la subversión era dueña y señora del territorio. En esa época, año 2002, al inicio del primer mandato de Álvaro Uribe Vélez, un número significativo de alcaldes no podían despachar desde sus municipios debido a la grave situación de seguridad, principalmente a causa del conflicto armado y la presencia de grupos guerrilleros y paramilitares.
En particular, cerca de 400 alcaldías, de un total de 1,098 municipios en ese momento, se encontraban en esta situación crítica. Los alcaldes y otros funcionarios municipales enfrentaban amenazas directas de secuestro, extorsión y violencia, obligándolos a operar desde otras localidades o incluso desde la capital, Bogotá.
Hoy, quien lo creyera, sin cumplirse aún dos años del destructor gobierno de Gustavo Petro, hemos regresado en peores circunstancias a aquellos tiempos. Ya son cerca de 500 los alcaldes que se ven obligados a despachar desde las capitales de los departamentos.
¿Cómo es posible que nos encontremos en esta situación cuando el gobierno Santos firmó el acuerdo de la paz? Y el gobierno Petro ha pregonado su política de Paz Total? Procesos que como se han concebido han sido y son un craso error, como lo demuestra la realidad que hoy se vive.
Y en absoluta incoherencia con la paz que vocea le pareció a Petro necesario destruir la imagen del Gran Colombiano, ya que en el país hay más uribismo que militancia del CD.
Álvaro Uribe Vélez fue presidente de Colombia durante 2 períodos consecutivos, de 2002 a 2006 y de 2006 a 2010. Su gobierno se caracterizó por una pujante política de seguridad, conocida como Seguridad Democrática, la que verdaderamente unificó al país y le brindó tranquilidad al pueblo colombiano.
Además, de su gestión sobresalieron las políticas económicas y sociales que ahora Petro pretende destruir.
A la llegada del presidente Uribe al poder Colombia estaba sumida en un conflicto armado interno con presencia de Farc, Eln y paramilitares. Tal como ocurre al día de hoy, se producían numerosas masacres y asesinatos de líderes sociales. También secuestros, homicidios, extorsiones, desplazamientos forzados y reclutamiento de menores.
Uribe encontró la economía por completo debilitada. El desempleo elevado, baja inversión extranjera, entre otras, y durante su gobierno rebajó la pobreza, el desempleo y creció en un 50% la inversión extranjera. Petro, en cambio, recibió del Presidente Duque, pese a la Pandemia, una economía fortalecida con un crecimiento del PIB en el 2021 de 10,6%. Ahora la tiene en el 0.7 %, escasamente, al borde de la recesión y cerca del default.
Uribe, en sus dos períodos, tuvo que enfrentar grandes problemas de corrupción sin ser nunca señalado. Petro, en contraste, es el abanderado de la corrupción e intenta hacer creer que es a sus espaldas. Pero se nos ha dejado conocer que desde su campaña su forma de hacer política se basa en la mentira y en la posverdad.
Lo que más se recuerda de la era Uribe es su política de Seguridad Democrática. A través de un firme apoyo a las Fuerzas Militares logró aplicar estrategias que redujeron los índices de criminalidad en todo el país. Los colombianos obtuvimos protección a nuestras vidas, confianza en el Estado y pertenencia de patria.
Petro, en cambio, con sentimientos de venganza viene en un continúo “desmantelamiento” de las Fuerzas Militares mientras se acerca a los bandidos para beneficiarlos e incluso expide una absurda norma según la cual se les dará dinero por no delinquir. Tremendo despropósito. Caos total.
Uribe desmovilizó a los paramilitares y los sometió a un proceso de justicia transicional, Justicia y Paz. Esto contribuyó notablemente a la reducción de la violencia. Fortaleció, modernizó y aumentó el pie de fuerza y mejoró su capacidad operativa y logística.
Petro, por el contrario, redujo las FFMM y de Policía, con retiros masivos afectó su normal desenvolvimiento y para colmo de desgracias, les recortó el presupuesto.
Pildorita: El sombrero vueltiao y el aguadeño son símbolos de culturas que ocupan destacado lugar en la historia colombiana. El sombrero que supuestamente utilizó el subversivo Carlos Pizarro, jamás podrá ser tenido como patrimonio cultural colombiano. El simbolismo que quiere adjudicarle Petro, amén de mostrarse cercano al guerrillero, que no lo fue, es el de la revictimización de todos los afectados por el sanguinario M-19.